Carlos Tusquets
Cabeza de la renovación del Círculo de Economía de Barcelona
Carlos Tusquets, de 38 años, se mece más que se mueve en el centro de una renovación largamente anunciada, sin torbellinos, sin fisuras ni sobresaltos de última hora, como corresponde a la vocación burguesa y liberal de esta institución barcelonesa que es el Círculo de Economía. Le contempla la mirada inmóvil de sus predecesores en el cargo, Carlos Ferrer Salat, Juan Antonio Delgado, Enrique Coromines o Vicenç Oller, y sin lugar a dudas le acompaña una junta milagrosa en la que están los que tienen que estar.
Se presenta a la cita como un renovador, y el tiempo dirá si le desbordará una inercia que se desparrama sobre el tamiz de complicidades y endogamias en el que habitan los sueños de esta capa social entre empresarial y profesional que da sentido a la institución.Un Tusquets Trias de Bes renovará ahora el Círculo de Economía; tarea nada fácil para quienes con más empeño han defendido su candidatura con carácter único y que ahora sostienen la necesidad de mayor definición para esta entidad, paradigma de la sociedad civil catalana, siempre impoluta y alejada de la contaminación de las ideologías, a la que paradójicamente su antecesor en el cargo, Vicenç Oller, un ex conseller de la Generalitat, definió como "quintaesencia del hacer y saber liberal".
El nieto de Josep Maria Trias de Bes, el único español que ha sido miembro del Tribunal Internacional de La Haya, abandonó la tradición familiar del derecho para consagrarse a las finanzas. Su primer día de clase coincidió con el intento fallido de Ramón Tamames por salvar el obstáculo de una oposición a cátedra.
Aquella promoción fue un auténtico vivero de economistas rojos que con los años matizaron la intensidad del color con tonos más tenues. Con los años, sus compañeros de curso, Ramón Mas, León Benelvas, Manuel Ludevit y Carles Martí, o sus actuales compañeros de junta Josep Piqué y Anna Birolés, irían madurando el sesgo radical del pasado en la dura escuela de la vida que supone la gestión de empresas públicas. A Carlos Tusquets, casado, con dos hijos, jamás le pasó por la cabeza trabajar en la Administracíón o en la Universidad, en la que dejó a otros compañeros de curso. De la facultad, Tusquets se acuerda más de haber conocido a Lluís Llach que de las asambleas a las que no asistía. Respiró el espíritu de una época, pero él mismo reconoce que no entró en su fascinante torbellino: "Nunca me interesó el compromiso político".
En el estado puro de las finanzas encontró la vía de otro compromiso sensiblemente sólido: el empresarial. En 1983 fundó Fibanc, una gestora de patrimonios al uso de la fiebre alcista del momento en todos los mercados financieros, en la que él reconoce el núcleo fundacional de un banco. Quería un banco y ya lo tiene, a base de echarle pulsos al inmutable Mariano Rubio y aguantarle la cara al mismo Carlos Solchaga, un ministro que jamás le hizo ascos al planteamiento profesional de los financieros serios. Entre los asiduos a las tradicionales jornadas Costa Brava, en las que el Círculo reúne a empresarios, políticos y profesionales, ya tienen turno de oficio las quejas al exceso de fiscalidad que vierte el joven Tusquets ante el titular de Hacienda. No debe olvidarse que ha sido tesorero del Barça, y eso también imprime carácter.
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