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FERIA DE SAN ISIDRO

Semprún dice que no es necesario defender la fiesta

El ministro de Cultura, Jorge Semprún, dijo ayer en la inauguración de la exposición "El siglo de oro de las tauromaquias", que la fiesta no necesita que su departamento la defienda de los ataques que a veces sufre en Europa. "Yo hasta veo lógicos esos ataques", afirmó, "han existido desde hace dos siglos y la fiesta siempre ha sobrevivido".Semprún señaló que España también podría polemizar sobre algunos aspectos de las tradiciones europeas, como, la caza del zorro, pero que esto tampoco conduciría a nada. "Cada país mantiene y mantendrá sus tradiciones y culturas propias, al margen de lo que opinen los demás". El ministro se declaró aficionado a los toros, a los que no va mucho: "Porque es un espectáculo que no aguanta la mediocridad, y eso es lo que hoy se da mayorinente". No obstante, prometió asistir a algunos de los festejos de la feria de San Isidro.

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En su larga etapa de exilio en Francia, a cuyos aficionados pone como ejemplo -"pues organizan sus corridas y punto, sin fijarse ni importarles la opinión contraria de otros compatriotas"-, nunca acudió a una corrida. Sin embargo sí lo hizo a la que organizó Luis Miguel Dominguín en Belgrado, en 1972, y recuerda que aquello no funcionó porque no iba con el carácter yugoslavo.

En el mismo acto, Ramón Espinar, consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid, propietaria de la plaza, declaró que todavía no se ha tomado ninguna decisión sobre la posible prórroga por un año del actual pliego de condiciones al empresario, que la cogestiona con la propia Comunidad, Manuel Chopera, pese a que la decisión debe tomarse antes del próximo día 10 de junio, según marca el propio pliego.

El presidente, satisfecho

Tomás Tejero, presidente de la novillada de ayer, se mostraba satisfecho con su labor al finalizar la misma, a pesar de las protestas del público para que cambiara al sexto novillo, sobrero de Camaligera, que había salido en lugar de uno de La Ermita, que a su vez sustituía al sexto, de Martín Peñato. "El de Camaligera tenía el trapío necesario para Las Ventas", comentó, "lo que ocurre es que desmerecía con los de Peñato, que eran enormes".

Coincidía con Enrique Ponce, algo molesto por la actitud de parte del público que, entre las protestas, no valoró su faena: "El colmo es que un sector que exige cumplir el reglamento se marche de la plaza durante la lidia, lo que está prohibido por ese mismo reglamento". Ponce culpaba al excesivo peso de los novillos de Peñato del escaso juego que, segun él, habían dado: "Estaban demasiado gordos y se les oía resollar porque se ahogaban".

Cuéllar también creía que la culpa de que no se luciera era por la gordura y escasa movilidad de los novillos: "Por eso mo podía templarles bien, ya que al segundo muletazo se empleaban menos y derrotaban". Plaza tambien utilizaba la excusa de la gordura, pero era más autocrítico: "A pesar de ello, posiblemente debí estar mejor".

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