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42º FESTIVAL DE CANNES

Aclamados los filmes de Ettore Scola y Jim Jarmusch

Dos cineastas libres triunfan en el día dedicado a 'Cine y libertad'

Splendor y Mistery train, escritas y dirigidas respectivamente por el italiano Ettore Scola y el norteamericano Jim Jarmusch, se ganaron ayer merecidamente las primeras aclamaciones sinceras y entusiasmadas oídas este año en la sala Lumiére. Son obras llenas de humor, inteligencia y pasión por las historias que cuentan. Sus creadores son personas enamoradas de sus personajes. Se trata de los cantos de dos hombres libres a la libertad de imaginación. Coincidió su proyección coma la celebración de un largo debate entre más de un centenar de cineastas procedentes de todo el mundo sobre Cine y libertad. El encuentro derivó hacia el desvelamiento y la denuncia de los peligros que, disfrazados de libertad, amenazan a la libertad de cine. Fue el primer gran día de este festival, que parece dispuesto a recuperar su identidad.

Jim Jarmusch, un antiguo discípullo de Wim Wenders del que su maestro tiene ahora mucho que aprender, es uno de esos raros cineastas que saben expresar con precisión el sentido profundo de lo que hacen. Así cuenta Jarmusch su película: "Mistery train es una comedia sobre el tiempo. Ocurre en 24 horas, en Memphis, Estado de Tennessee, en las ruinas del que fue reino de un rey llamado Elvis Presley. A mi juicio, es el tercer episodio de un triángullo, cuyos dos primeros vértices se titulan Strangler than paradise y Down by law"."Pero la película es a su vez una trilogía en sí misma, ya que cuenta tres historias distintas, pero con personajes interrelacionados unos con otros que, como es lógico, terminan todos en un burdel. Los personajes están siempre juntos, aunque no se vean. Todos van en el mismo tren y son parte del mismo viaje".

Nada que añadir a esta autocrítica tan exacta. Sólo algo que queda fuera del campo dé visión de Jarmusch: ese tiempo que ha buscado y del que habla es un pequeño prodigio cinematográfico.

Las cenizas del cine

"El cine resurge de sus cenizas", dijo Scola después de la proyección de su Splendor, una película que trata de películas, cine que cuenta la muerte del cine. "En su muerte está el renacimiento del cine", añade. "Es un arte que no tiene ni siquiera 100 años, y ya hay quien lo considera acabado. Pero el cine no se agota. Todo lo contrario. Está hoy tan hostigado que si sobrevive es porque tiene una inagotable fuerza interior. Hay cine para largo, yo diría que para siempre"."Mi película", prosigue el director, "se inspira en Qué bello es vivir, en parte porque su director, Frank Capra, es italiano. Si he elegido a Capra como referencia de mi filme es porque habla de la muerte del cine, y Capra es la demostración de que el cine es un arte inmortal. Todavía no ha consumado su función. Quizá está enfermo, pero vive. Es parte inseparable de este tiempo, un tiempo que no ha acabado, que no ha dicho su última palabra. Hay quienes quieren amordazar el cine. Pero no lo cafiarán".

No se callaron ayer los más de 100 cineastas convocados -entre ellos los españoles Juan A. Bardem y Carlos Saura- por la esposa del presidente de la República Francesa, Danielle Mitterrand, para debatir en una maratoniana reunión sobre el cine y la libertad: una tautología, porque son la misma, cosa.

Un día antes, un comentarista de Le Monde presintió algunas de las cuestiones fundamentales del debate: "Ahora, cuando no hay censuras institucionales, hay que denunciar a las censuras hipócritas: los intentos de acabar con el cine mediante las políticas económicas, comerciales y culturales, o la falta de ellas. En el nombre de la libertad hay quien está dejando al cine, que es un arte frágil porque depende de una industria que él no puede controlar, a merced de la ley del más fuerte. La más hipócrita de las censuras es la que, tomando a la libertad como pretexto, no concede al cine más libertad que la de morir".

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