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ELECCIONES EN ARGENTINA

El milagro de san Cayetano

En el número 3753 de la avenida de Rivadavia, un viejo cine ha quedado convertido en templo del Ministerio de Ondas de Amor y Paz. Allí, a diario, el pastor Giménez oficia y pide milagros. Durante un fin de semana desfilan por el viejo cine hasta 20.000 personas. Desde el escenario, el pastor sume en trance al público, que se convulsiona ante los gritos de "¡Ocurrirá el imposible!", "¡Oh, Dios de los milagros!", "¡Cristo lo hará.'", "¡Por nuestra querida Argentina.'".Unos kilómetros más allá del cine del pastor Giménez, en el barrio de Liniers, está la iglesia de San Cayetano, "el milagroso patrono del trabajo". El pasado domingo, como el 7 de cada mes, se formaron allí dos colas de medio kilómetro cada una.

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"En bolas, pero libres"

Una cola está formada por los que esperan para entrar en la iglesia; la otra, por los que desean tocar al milagroso santo. El párroco de San Cayetano, Rubén Frassia, explica que ese fin de semana repartirán entre los asistentes 50.000 impresos con la oración para pedir trabajo. Tampoco todos los que hacen cola van a pedir trabajo. Muchos están allí para dar gracias al santo por tenerlo. Edelmar, un comerciante del 53 del municipio de Tigre, en las afueras de Buenos Aires, acudió a San Cayetano con su mujer y una hija pequeña por agradecimiento. Con su pequeño comercio, Edelmar consigue unos 10.000 australes (algo más de 12.000 pesetas) al mes de beneficios.

Reconoce Edelmar que en su comercio tienen que remarcar los precios de los productos "a veces dos veces por día; la situación está muy fea porque la gente no gana lo suficiente".

Argentina, que tradicionalmente estaba considerado como un país europeizado y ajeno a América Latina, se ha convertido con la crisis en terreno abonado de toda clase de sectas, creencias y rituales.

Margarita Fidalgo, de 55 años, desde hace 26 vende ante la iglesia de San Cayetano sus santos, velas y jaculatorias. En un manojo de ajos de plástico va cosida la oración al santo: "Oh, glorioso san Cayetano, / padre de la providencia, / no permitas que en mi casa / falte la subsistencia. / De tu liberal mano / una limosna te pido / en lo temporal y lo humano".

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