_
_
_
_
ELECCIONES EN ARGENTINA

"En bolas, pero libres"

Argentina vuelve los ojos al peronismo, devorada por la crisis económica

El 27 de julio de 1819, el general José de San Martín escribió en la orden general al Ejército de los Andes: "La guerra se la tenemos que hacer del modo que podamos: si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos tiene que faltar. Cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con la bayetilla que nos trabajen nuestras mujeres, y si no, andaremos en pelota, como nuestros paisanos los indios. Seamos libres, y lo demás no importa nada".Casi 170 años después de estas palabras del libertador, el 1 de mayo de 1989, un presidente argentino, el radical Raúl Alfonsín dirige a la Asamblea Legislativa su sexto mensaje de apertura de sesiones ordinarias de las dos cámaras. Hacía 37 años que ningún presidente argentino llegaba al sexto año de mandato constitucional. El último que había logrado dirigir su sexto mensaje a las dos cámaras, reunidas el tradicional 1 de mayo, fue el general Juan Domingo Perón durante su primer mandato constitucional, en 1952.

Más información
El milagro de san Cayetano

En su mensaje, Alfonsín dijo: "El Gobierno que presido es el primero en la entera historia del país que llega a las postrimerías de su mandato sin presos políticos, ni leyes persecutorias, ni órganos de prensa clausurados, ni policías bravas, ni interventores instalados en provincias, sindicatos o universidades".

Como un campo de fútbol

Cuando Alfonsín llegó ese día al Congreso, sus partidarios habían copado la tribuna del público y se comportaron como una barra brava en el campo de fútbol. Sobre congresistas y autoridades allí reunidos llovieron papelitos picados, que no respetaban ni la calva del jefe del Estado Mayor del Ejército, general Francisco Gassino, ni la púrpura cardenalicia del primado, Raúl Primatesta.Al concluir el mensaje presidencial y salir escoltado por la espectacular guardia de granaderos a caballo, Alfonsín pasó al lado de un hombre que izaba una pancarta con una frase que en sólo cuatro palabras resumía el mensaje de San Martín a sus compañeros del Ejército de los Andes y al mismo tiempo serviría perfectamente para definir los casi seis años de mandato del actual Gobierno argentino: "En bolas, pero libres". La frase que exhibía con orgullo el seguidor de Alfonsín a las puertas del Congreso abre un interrogante que muchos se plantean hoy en Argentina: ¿cuánta pobreza puede aguantar la democracia?

Hace seis años, Alfonsín llegó a la presidencia con una frase que ahora sus adversarios le lanzan casi como un insulto: "Con la democracia se come, con la democracia se educa, con la democracia se cura". La realidad es que, seis años después de ese eslogan electoral de Alfonsín, el fantasma del hambre se cierne sobre Argentina; los sueldos famélicos de maestros y profesores les obligan a huelgas permanentes que amenazan con arruinar la enseñanza, y las estanterías de las farmacias están casi vacías porque los laboratorios aseguran que no les pueden abastecer a los precios fijados para los medicamentos.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

En seis años de gobierno de Alfonsín, los salarios han perdido el 40% de su poder adquisitivo. Si se toman productos concretos, entre enero de 1984 y abril de este año, antes del último embate de la crisis, el poder adquisitivo del salario mínimo para un kilo de asado perdió el 52%; para un kilo de pan, el 64%, y para un litro de leche, el 50%. De forma más palpable se expresa la crisis en el último año, entre abril de 1988 y este mes. Un trabajador con el sueldo mínimo tenía que trabajar 30 minutos para comprar un kilo de pan, y ahora, 41.

Las cifras no expresan del todo las dimensiones de la crisis. Para palparla basta con alejarse un poco de los barrios del centro de Buenos Aires. El sociólogo Manuel Mora y Araújo comenta de forma drástica que si se recorre Buenos Aires, "en media hora es posible pasar de Zúrich a África". El nivel de salarios de Argentina hoy día empieza a aproximarse al de África. "Hay que acabar con el mito de la pampa húmeda, del país rico, de las tres vacas por habitante, y reconocer que esto es América Latina", comenta un periodista en una tertulia de la calle de Florida, en Buenos Aires. Como si se empeñase en demostrar la realidad del aserto, un niño cochambroso entra al café y pasa un papel en el que explica que su padre está sin trabajo y no tienen para comer.

'Lucy y Norma son dos hermanas que llegaron hace más de 30 años a la capital. Su familia abandonó la provincia de Jujuy, allá en el Norte, en la frontera con Bolivia, y se estableció en el Gran Buenos Aires. Nunca volvieron a Jujuy estas dos mujeres inteligentes, prototipo de cabecitas negras, como llaman en Argentina a las personas de tez oscura y clase baja. Lucy tiene 37 años y tres hijos varones de 19, 17 y 14 años, y vive en Morón, un Ayuntamiento al oeste de la capital; Norma tiene también cuatro varones de 15, 12, 9 y 3, y vive en Merlo, también al oeste de Buenos Aires.

Salario de 'mucama'

Lucy y Norma trabajan de mucamas (asistentas) por horas en varias casas de la capital. La vida de las dos hermanas se asemeja. Se levantan a las cinco de la madrugada y toman un colectivo (autobús) hasta la estación de Merlo y Morón, donde un tren de cercanías les lleva a la capital. Allí siguen en metro hasta las casas donde trabajan. El recorrido diario son dos horas de ida y dos de vuelta, y cuesta 50 australes (unas 63 pesetas) el transporte.Las dos trabajan cinco días a la semana 10 horas diarias. A fin de mes ingresan, limpios, descontados los gastos de transporte, 3.000 australes (unas 3.750 pesetas). Explica Lucy que les da para comer a sus hijos mate cocido y pan. "Antes compraba tres kilos de pan, pero ahora ni eso. Mis hijos compran un pan por la tarde y lo guardan para la noche, para tener algo que comer".Hace seis años, las dos hermanas votaron por Alfonsín: "Éramos peronistas, pero votamos por Alfonsín. Éramos peronistas por las ideas que nos metieron en casa. Es algo así como ser católico, nos lo inculcaron. Mi mamá se ofendió mucho cuando en 1983 votamos a Alfonsín. Ella dice que los peronistas la ayudaron". "A Alfonsín", dice Lucy, "le sentí hablar y me gustaba su persona, y pensaba que íbamos a salir adelante, que tenía fuerza, pero ahora vivimos amargados. La verdad es que es una angustia tremenda y cada día peor. Llegamos a fin de mes desesperados por cobrar y luego no llega para nada. Antes no teníamos para vestir; yo me arreglaba con lo que me daban unos judíos, en la casa donde trabajaba, pero ahora ni para comer alcanza".

Norma añade: "Mis hijos me miran por la noche y pienso que tienen que sufrir por dentro. Yo les reto [riño]. El más chiquito lloraba porque no le podía comprar pan a la noche. Es desesperante". Hace seis meses que Norma no paga la cuenta de la luz, y la deuda se incrementa con los intereses y con los intereses de los intereses. "No les interesa cortarla porque esperan hasta que un día crezca la deuda y te rematan [subastan] la casa".

Lucy vive en un terreno ocupado ilegalmente. Cuenta Norma que en el barrio la gente votará a Menem, pero sin gran ilusión. "Tengo esperanza y tengo miedo. La vez pasada tenía esperanza y llegamos a esto. Mi sobrino Martín tiene nueve años y dice que ojalá salga Menem para poder comprar bolitas [canicas], porque ahora subieron el precio de uno a cuatro australes" (de 1,25 a 5 pesetas).

El fantasma del caracazo flota sobre Argentina, donde en días pasados se reforzó la vigilancia en los supermercados por temor a que grupos de personas desesperadas se lanzasen al asalto en busca de alimentos. No cree Lucy que vaya a ocurrir, aunque "una tendría que salir, romper y asaltar, pero tenemos miedo; yo tengo miedo por mis hijos, a que tomen represalias contra ellos". Dice Norma que "si uno se pone en rebelión, desaparece la familia completa". Lucy agrega: "Somos corderos o gallinas. Hablamos, pero no actuamos, por temor, por el miedo, por la represión". Las dos hermanas piensan que "la clase media es la que está peor; ya no hay clase media, y mucho peor están los que no tienen trabajo, o una hermana nuestra que tiene 12 hijos".

Los profesionales

Graciela y Daniel son un matrimonio sin hijos y tienen 31 años. Ella ejerce la medicina desde hace siete años y trabaja en la Academia Nacional, en hospitales y en una incipiente consulta privada. Sus ingresos mensuales son alrededor de 12.000 pesetas al cambio actual. Él se graduó de ingeniero civil hace nueve años, trabaja desde hace 10 en la Universidad y tiene una empresa con otros dos socios para proyectar obras. Sus ingresos mensuales oscilan alrededor de 50.000 pesetas.Como tienen un apartamento propio, regalo de los padres, y no

"En bolas, pero libres"

tienen hijos, pueden ahorrar dinero. Gastan unas 35.000 pesetas al mes, y el resto lo sacan a una cuenta en dólares en Estados Unidos. "Lo sacarnos porque es una tranquilidad tenerlo fuera, no por especular. Hace años nacionalizaron los depósitos en dólares, y yo no me la juego por nada", explica Daniel.

Cuenta el ingeniero que su suegro es catedrático de Universidad con 30 años de servicio y gana 10.000 australes al mes (algo más de 12.000 pesetas). Les preocupa el triunfo del candidato peronista, Carlos Menem, en las elecciones porque creen que con los peronistas corren peligro las libertades. Graciela y Daniel quieren marcharse de Argentina como sea. "Ésta es una situación de incertidumbre absoluta. Se vive al día y no se pueden hacer planes mediatos". Están obsesionados con establecerse en España.

Emigrar se ha convertido en el sueño de millares de jóvenes que no ven perspectivas de futuro en su país y piensan que "ahora les toca a los gashegos [españoles] hacernos la gauchada y devolvernos el favor que les hicieron a mis abuelos cuando vinieron a Argentina. A ellos nadie les pidió papeles, y ahora dicen que en España no te dejan entrar si no tenés guita y el bishete de vuelta".

Más de uno piensa que la democracia argentina -no podrá resistir la prueba de los siete meses de transición entre la elección de hoy y la transición de mando el 10 de diciembre. Se especula ya con que Alfonsín podría renunciar prematuramente a la presidencia si ganan los peronistas.

Dentro de unos días, la Casa de la Moneda argentina va a emitir un billete de 5.000 australes (6.250 pesetas). El austral se creó como nueva moneda argentina el 14 de junio de 1985. Cada nuevo austral se cotizaba a 0,80 dólares. Ayer, por un dólar se pagaban 100 australes en las casas de cambio. La devaluación de la moneda ha sido de un 12.500%. El nuevo billete de 5.000 australes llevará la efigie del presidente Miguel Juárez Celman, que en 1890 no llegó al final de su mandato devorado por una crisis económica que algunos medios comparan con la de hoy.

'Salsa criolla'

En el escenario del teatro Liceo, desde hace cinco años el actor Enrique Pinti lanza al público el soliloquio final de Salsa criolla. Pinti se desgañita y, con su lenguaje escatológico, grita: "Hay que dejarse de joder, y por eso hay que meterle en la cabeza a las jóvenes generaciones y a nosotros, viejos chotos de cuarta, que lo importante para un país es la continuidad de su sistema". Añade Pinti a gritos: "Hay gente que ya cree que cumplió con la democracia. Mira, ya la dejamos durar un año completo, un Gobierno completo, sin un golpe en el medio. Estamos mucho peor que antes. Ya está, pero en ningún país se hizo así, carajo. Este Gobierno tiene que terminar y se lo tiene que entregar al otro, el otro al otro y el otro al otro. Y cuando haya siete u ocho Gobiernos seguidos sin ningún golpe en el medio, con 30 años de democracia dentro, vamos a ver si estamos preparados o no estamos preparados para la democracia, y lo vamos a comprobar en la cancha y no en la pelotudez del aula de la frustración, y nos dejaremos de hinchar las pelotas".Más información en la página 54

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_