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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Baker, en Moscú

EL VIAJE del secretario de Estado norteamericano a Moscú ofrece a la nueva Administración de EE UU la oportunidad de un primer contacto oficial con la Unión Soviética para poner a prueba las ideas que el equipo de Bush afirma estar elaborando durante un largo período de reflexión. La aparente inactividad del nuevo presidente en temas clave de política exterior, en un momento de grandes cambios, había hecho preguntarse a muchos analistas si el nuevo equipo dirigente tenía en realidad alguna idea nueva que ofrecer.El viaje coincide con la polémica que el Gobierno de EE UU sostiene con algunos de sus aliados de la OTAN sobre los misiles nucleares de corto alcance. Bush, apoyado por el Reino Unido, quiere decidir su modernización antes de entrar a considerar la propuesta soviética de una inmediata negociación para reducirlos. Frente a Washington, Alemania Occidental, en cuyo territorio están instalados esos misiles, y la mayor parte de los miembros europeos de la Alianza argumentan que, dada la gran superioridad que tiene la URSS en ese tipo de misiles, Occidente sólo puede salir ganando en una negociación. Tras el desacuerdo sobre la modernización se ocultan en realidad dos filosofías sobre la actual situación internacional. Una, que cobra en Europa cada vez más fuerza, tiende a aprovechar la oportunidad que representa la política de Gorbachov para avanzar en la vía del desarme, buscando para la seguridad de todos nuevas formas de relación que no tengan en cuenta exclusivamente los factores militares. En cambio, en el Gobierno de Bush parecen predominar actitudes que se niegan a concretar los importantes cambios de los tres últimos años. La larga gestación de la revisión emprendida por la Administración de Bush, anunciada solemnemente en su toma de posesión, sólo ha alumbrado hasta ahora dudas y vacilaciones y algunos indicios de cierto retroceso respecto a lo que hizo Reagan en su última etapa.

La aparente incapacidad de Bush para ponerse a la altura de la nueva realidad obliga a los europeos a un esfuerzo suplementario para llenar el enorme vacío que empieza a crearse por la ausencia de alternativas estratégicas a la nueva política de Moscú. La cumbre de la OTAN convocada para finales de mayo tendrá que buscar un compromiso para salir del atolladero sobre la modernización, pero sería suicida para el futuro de Europa que los líderes occidentales se limitaran a dar a luz una propuesta más de desarme. El debate es mucho más amplio. Un nuevo mapa de Europa está por diseñar, y, en este punto, el mundo occidental no tiene por el momento nada que ofrecer. Para ello, Europa cuenta con numerosos aliados al otro lado del Atlántico. Los principales órganos de prensa y los profesores más prestigiosos en temas internacionales no ahorran las críticas a la incapacidad de Bush para asumir los cambios que tienen lugar en la escena mundial. Todos los sondeos coinciden en que el ciudadano medio ha dejado de temer a la URSS, mientras que considera como problemas más graves la droga o la ofensiva económica japonesa. El prestigioso veterano de la diplomacia de EE UU George Kennan destacó ante el Senado, en medio de una ovación, que EE UU necesita asumir la desaparición del enemigo soviético, centro de su política durante 40 años y elemento de cohesión de la Alianza Atlántica. El principal consejero de Reagan en temas de desarme, Paul Nitze, calificó de locura la actitud de Bush sobre los misiles de corto alcance.

Es difícil esperar resultados espectaculares de la visita de Baker a Moscú. El jefe de la diplomacia norteamericana ha anunciado que sólo negociará la fecha para reanudar la negociación sobre misiles estratégicos, pero no abordará el contenido de esas conversaciones. Sobre otros problemas, Bakerjia anunciado que someterá a prueba el nuevo pensamiento soviético con propuestas sobre posibles cooperaciones. Aunque la Administración de Bush aborda con un talante menos constructivo que la de Reagan las relaciones con Gorbachov, no hay que descartar que la dinámica misma de los contactos surta efectos positivos. No sería la primera vez.

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