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CIENCIA

La expedición a la Antártida quiere volver pese a las extremas condiciones soportadas

La elaboración de la cartografía del entorno donde, se encuentra la base científica española Juan Carlos I, en la Antártida, ha sido uno de los logros de la segunda expedición realizada por España y que culminó el pasado jueves al atracar en la base naval de Rota (Cádiz) el buque oceanográfico de la Armada española Las Palmas. " expedición, denominada Verano Austral 88/89, comenzó el pasado 6 de noviembre, y en ella han participado unos 70 científicos bajo la dirección de Manuel Catalán Pérez de Urquiola.

Los trabajos se han centrado en la zona comprendida entre los alrededores de las islas Shetland del Sur y el continente antártico, en colaboración con los ocho científicos españoles destacados en la base, situada en la bahía sur de la isla de Livingstone, a unos 13.700 kilómetros de España. Este segundo equipo estaba coordinado por Josefina Castelví, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.Las investigaciones han consistido en estudios magnéticos y sísmicos de la estructura geofísica de esa zona, caracterizada por una gran actividad geológica. En los últimos años se han registrado tres erupciones volcánicas, además de 3.000 terremotos contabilizados en los tres meses pasados. El levantamiento de la cartografía de la zona supone, a juicio del capitán de navío Catalán, "un gran adelanto, ya que con ello se incrementa la seguridad en el tráfico marítimo en ese enclave". También se efectuaron trabajos sobre el metabolismo mineral y la vitamina D, así como pruebas sobre vestimenta para combatir el frío.

El director de la expedición resalta que no ha tenido carácter militar. "Se trataba de recopilar información y datos básicos en beneficio de la ciencia española sobre una zona que supone el último reto del hombre en la Tierra.

Allí los expedicionarios españoles han soportado condiciones extremas de vida, con bajísimas temperaturas y fuertes vientos que han llegado a alcanzar los 200 kilómetros por hora, lo que ha supuesto uno de los peores inconvenientes que han sufrido. Sin embargo, todos sus integrantes, tras llegar a Rota, se mostraron dispuestos a regresar a aquel paisaje de hielo, rocas y pingüinos.

Éste es el caso, por ejemplo, del jefe de máquinas del buque, Ángel Fernández, que se considera "dichoso de haber vivido una experiencia inolvidable". Además, este militar viene impresionado por la influencia que ejerce la Antártida sobre las personas. "Todos nos sentíamos unidos, sin tener en cuenta la graduación o la nacionalidad, ya que además allí había científicos de otros países". El marinero Daniel Pozas se presentó voluntario para participar en la expedición. A pesar de la lejanía y el frío, este joven de Barcelona estaría dispuesto a volver. "Aquello es único", dice extasiado. por el recuerdo de la Antártida.

El buque Las Palmas estaba al mando del capitán de corbeta Enrique Moreu. Fue convertido de remolcador a buque oceanográfico y durante su estancia en la Antártida ha participado en varias operaciones de rescate y salvamento de náufragos por siniestros ocurridos a varios buques en la zona.

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