La otra cara, de la moneda
P. B., El reciente decreto firmado por Mijail Gorbachov, que permite castigar severamente las críticas contra los órganos de poder, fue acogido muy positivamente por varios de los 20 oradores que tomaron la pálabra en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
Este estado de ánimo contrasta grandemente con las críticas que intelectuales reformistas formulan estos días desde los medios de comunicación contra el decreto. Éste complementa y altera algunos puntos del Código Pena¡. Particular desagrado ha causado el artículo 11 / 1, que permite penas de hasta tres años de prisión y multas de hasta 2.000 rublos (unas 440.000 pesetas) para quienes desacreciten u ofendan a los altos órganos del Estado.
La disposición es considerada como una fórmula sustitutiva de los viejos artículos que sirvieron para legalizar la represión contra la disidencia en la época de Breznev.
Estos artículos están llamados a desaparecer en el nuevo Código Penal, que deberá ser aprobado por el Parlamento soviético.Golpe a la oposición
El primer secretario del partido en la región de Moscú, V. Mesiaz, defendió el decreto como una medida adecuada contra la oposición que, según dijo, ha salido a la calle decidida a dar un golpe a la perestroika, al partido y al Comité Central.
Mesiaz, como varios oradores más, mencionó el grupo Unión Democrática e insistió para que el decreto sea utilizado consecuentemente y sin retrocesos, con el fin de minar el terreno a las fuerzas que están contra la perestroika y a los "charlatanes y demagogos irresponsables".
Un total de 70 personas fueron ,arrestadas en el mitin convocado por Unión Democrática el pasado día 25 en Moscú.
El decreto firmado por Gorbachov, que lleva la fecha del 8 de abril, se ha sumado a otros dos decretos aprobados durante el verano, que permiten prohibir y castigar las manifestaciones no autorizadas.
Entre aquellos que intervinieron en el pleno hubo varios oradores, como fue el caso del jefe del partido de Kazajstán, Guenadi KoIbin, y del dirigente del partido de Azerbaiyán, A. Vez¡rov, que criticaron sin ambages a los grupos informales.
Hubo incluso quien culpó a tales grupos de los violentos sucesos de Tiflis, la capital de la república soviética de Georgia, que causaron alrededor de una veintena de muertos, en los graves disturbios de hace dos semanas.
El ponente no hizo mención, por el contrario, al abusivo uso de la fuerza que ejercitaron las tropas bajo el mandanto del Ministerio del Interior soviético.
El único obrero que intervino en el Pleno, A. Miasnikov, defendió el decreto firmado por Mijail Gorbachov, pero se quejó de que hubiera sido adoptado con retraso.
Este obrero también se mostró en contra del ejercico de huelga como forma de presión contra las publicaciones independientes, a las que trató, sin embargo, de haberse convertido en un sida ideológico.
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