Muchas hojas de papel
El diccionario más autorizado dice que es "reunión de muchas hojas de papel (. ..) ordinariamente impresas, que se han cosido o encuadernado juntas con cubierta de papel, cartón o pergamino y que forman un volumen". Uno de mis maestros, predicador en el desierto, se empeñaba en que lo definiéramos como máquina de leer. Tuvo poca fortuna, pues aquel curso casi todos los estudiantes iban por la mitad de alguno de los títulos de lectura obligatoria, y cuando pasaban la vista por lo escrito, pocos eran capaces de advertir que quien de veras los partía era la página que desmontaba los rincones de su culpa y de su gozo. Que en el acto de aproximarse a un libro existían tres a un tiempo: uno, cifrando; otro, constituido como propuesta, echado a nadar entre las aguas de un progenitor y el reconocimiento de un destinatario interrogante, y el tercero, con voluntad de interpretar.Si la literatura es instrumento de comunicación de un solitario que intenta nombrar y perseguir a su contemplador desconocido, leer es adentrarse en una espesura triangular dentro de la cual ninguno de los lados acaba por dominar el diálogo que, en sus extremos, pero a sus espaldas, establecen los vértices. El dilema, sin resolver, de quién usa a quién en la lectura, de quién busca a quién en la persecución malévola y tantas veces paradójica de las palabras, conduce al escritor a insertarse en el otro, el enigmático lector a quien secretamente identifica con un sueño perdido. De la sinceridad y la sutileza de su estrategia depende que el lector se preste a este capítulo de atracción como si fuese el único poseedor de la escritura. Amante que se sabe engañado por la letra impresa, el usuario de libros se deja seducir cada día por ellos como si fuese el único destinatario de la conciencia que los crea.
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