Toda la noche se, oyeron pasar espías
¿Para qué potencias estrafalarias trabajan los artistas? Nunca lo dirán, pero todos ellos son espías y confabuladores. Albert Pla, con tan sólo 22 años de edad y escasos meses de profesión, se ha convertido de repente en uno de los más inquietantes agentes secretos de España.Además, el muy malvado, tie ne poderes. El sábado de madrugada ejerció de brujo y consiguió dejar atónito a un público que era carne de cubata y jacaranda La turbamulta bullanguera se co mió la lengua y todos parecíamos estatuas con la copa en la mano y el pasmo en la mirada.
El chaval de Sabadell practica la magia cantando en catalán Aparece simulando que es timidín y desamparado. Su canto es un susurro al oído, una salmodia sinuosa en la que de vez en cuando se escucha un saxo, un clarinete, una guitarra, un redoble, un silencio, un escalofrío de belleza y de crudeza.
Albert Pla
Albert Pla (voz, guitarra), Italo Boggio (batería), Dani Rambla (teclados), Quico Mampel (bajo), Pep Bordas (saxo, clarinete, instrumentación y dirección musical). Sala Elígeme, Madrid. 14, 15 y 16 de abril.
Cada canción de Pla es un re lato que él cuenta con sobriedad barroca utilizando sabiamentelos recursos de la expresividad corporal. Durante casi todo el concierto permanece sentado. Desde su silla encandila al auditorio. Todos están pendientes de sus manos, de su recital de miradas, de su cuerpo en trance, de su mundo. No se parece a nada de lo hasta ahora visto y oído. Albert Pla sabe que los espejos son alevosos y no se mira en ellos, sino que cierra los ojos y se mira a sí mismo. Pero como es un espía, conoce las artimañas para infiltrarse en interiores.
Un día vio por la tele a Marifé de Triana y quedó alucinado. Pla se aprendió el vademécum gesticular de las folclóricas. Se palpa los centros, crispa sus manos, levanta los brazos al cielo, deja que sus ojos bailen como cabritillas nerviosas, abraza con embeleso a las sombras que le acompañan. Y también como las folclóricas dice cosas terribles y temblorosas teñidas de humor y de belleza.
Para adobar sus encantamientos, se ha aliado con un músico genial, Pep Bordas, que ha puesto todos sus registros al servicio del conjuro. Pocas veces se han escuchado unos arreglos musicales tan acertados y sensibles.
El presente siempre es un poco subjuntivo e inquietante. Si a Albert Pla no lo malean, tenemos a la vista un futuro pluscuamperfecto. Acabaremos todos siendo espías.
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