Huelga en las últimas publicaciones independientes italianas adquiridas por Carlo de Benedetti
La anunciada fusión de los dos grandes grupos editoriales italianos -Mondadori, de Milán, y L'Espresso-La Repabblica, de Roma- ha causado una viva impresión entre los medios periodísticos y empresariales italianos. La operación, que convierte a Carlo de Benedetti, el hombre de Olivetti, en el primer editor de Italia y en uno de los más fuertes de Europa, con una facturación anual de 240.000 millones de pesetas, ha sido posible al vender Eugenio Scalfari, director de La Repubblica, y Carlo Caracciolo, presidente de L'Espresso, el 51% de las acciones que poseían conjuntamente.
Las acciones minoritarias de L'Espresso serán subastadas al mismo precio pagado a Scalfari y Caracciolo, para que de este modo Mondadori pueda controlar el 100% de dichas acciones sin perjudicar a los pequeños accionistas.El Consejo de Administración de Mondadori dará a conocer el jueves los pormenores de la importante operación, pero mientras tanto las autoridades monetarias han suspendido la cotización en bolsa de las acciones ya sea de Mondadori como de L'Espresso.
La escalada de De Benedetti al grupo Mondadori, primero, y de L'Espresso, después, ha ido consolidándose año tras año. Curiosamente, Olivetti había estado ya presente con un 70% en el nacimiento de L'Espresso en 1955. Después el control pasó a dos hombres de la editorial, Caracciolo y Scalfari, quienes más tarde crearon La Repubblica. Y ahora de nuevo el hombre de Olivetti vuelve a adueñarse de todo.
Según los observadores, la operación de De Benedetti revela claramente que para los industriales la actividad editorial es hoy abiertamente rentable desde el punto de vista estrictamente económico, aparte del posible control político que ello conlleva. Por ejemplo, se sabe que las acciones de Mondadori han dado el año pasado más de un 12% de beneficios.
Todo para Mondadori
En la mañana de ayer, la Prensa daba la noticia de la fusión con titulares muy significativos, como "De Benedetti se come a Scalfari", "De Benedetti se bebe L'Espresso". Otros, refiriéndose a la fusión fría del átomo, han hablado de fusión caliente por las polémicas que ha levantado la operación, tanto entre los redactores de La Repubblica, quienes tras una jornada (la del lunes) de reuniones y asambleas frenéticas, decidieron proclamar la primera huelga de su historia contra el editor, y hoy el diario romano no saldrá a la calle. La huelga no la hicieron ayer mismo para no impedir salir a la calle a la nueva edición de La Repubblica en Turín, que vio ayer la luz. Lo mismo han hecho los del semanal L'Espresso, quienes han proclamado tres días de huelga para impedir que el lunes próximo pueda salir a la calle.El anuncio de la operación fué difundido por el director del diario, Eugenio Scalfari, a la asamblea del periódico convocada en sesión extraordinaria la mañana del lunes. Scalfari les explicó que tanto él como Caracciolo tienen ya 65 años y no cuentan con herederos que puedan seguir su camino. De ahí el que habían pensado poner seguras sus acciones. Scalfari explicó que podía haber vendido con mayores ventajas económicas a algunos grupos extranjeros interesados en la operación y que ha preferido que todo se quede en Mondadori, de la cual Caracciolo, durante los próximos seis años, sera el presidente del Consejo de Administración, y el mismo Scalfari, miembro del consejo.
Pero los redactores de La Repubblica y L'Espresso se han alarmado. Conversando con este corresponsal, han afirmado que su miedo consiste en que ahora el mayor diario del país, el único que hasta ahora no estaba controlado por un grupo industrial o financiero, y por tanto más libre editorialmente, concluye una época para acabar como los demás: Corriere della Sera, La Stampa, Il Messaggero, etcétera, en manos de los intereses industriales.
"Scalfari intenta tranquilizarnos, pero conociendo cómo funcionan en este país las presiones de tipo político, no podemos dejar de tener miedo". Y explican que no se trata tanto de que de ahora en adelante La Repubblica no podrá, por ejemplo, criticar nunca una operación de De Benedetti, como tampoco lo puede de Fiat La Stampa. El miedo es otro: "Supóngase usted", dicen, "que mañana el hombre de Olivetti, para hacer una gran operación, necesite la ayuda de un grupo político en el poder, como le ocurrió a Berlusconi con Craxi en la televisión privada. Es evidente que nuestra libertad de Prensa quedaría muy limitada en aquel sector".
Por lo pronto, explican, la presencia de Scalfari en el Consejo de Administración de la sociedad con más del 10%, era el fiel de la balanza en las decisi nes editoriales. Ahora ya no estará en el comité, creado por De Benedetti, de siete personas que serán quienes tomarán las decisiones más importantes del grupo.
También se rumorea que dentro de unos meses De Benedetti piensa colocar en La Repubblica a un vicedirector de su entera confianza, que podría interpretarse como una forma de control sobre Scalfari. Y después, la pregunta que todos se hacen con temblor es: ¿cuánto durará aún Scalfari como director?.
El reto europeo
Sin embargo, hay quien piensa que es imposible que Scalfari, que está además volcado en el proyecto de colaboración con los otros diarios europeos, haya vendido, lo mismo que Caracciolo, sus acciones a De Benedetti -amigos suyo- sin haber negociado con él un plan para el futuro.Para explicar la venta de Sacalfari se barajan dos hipótesis: unas apuestan a que se debe a su cansancio y otras a que el director de La Repubblica tiene planes conjuntos con De Benedetti.
La Confindustria ha apoyado la operación afirmando que la fusión prepara a Italia, en el campo editorial, al reto que le depara el mercado único europeo. Por su parte, De Benedetti siempre se ha mostrado orgulloso de haber tolerado la libertad -de acción a las empresas periodísticas en las que él estaba presente. Y ha explicado que hoy es imposible la utopía de Scalfari considerado como editor puro es decir, empresarios de Prensa dedicados exclusivamente a este sector.
Lo que ocurre, dicen los redactores de La Repubblica, es que Scalfari había sido siempre el paladín de esta tesis como única garantía de libertad de expresión, mientras que ahora, al vender sus acciones a De Benedetti, da la impresión de rendir las armas.
Sin embargo, Scalfari y Caracciolo ya han anunciado que una parte del dinero obtenido de la venta de sus acciones de L'Espresso la invertirán en Mondadori, que aunque esté controlada por Benedetti, es una gran empresa editorial y no una fábrica de armas.
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