Thatcher elogia la "revolución pacífica" de Gorbachov
Mijail Gorbachov y Margaret Thatcher revivieron ayer en Londres la luna de miel en que están embarcados desde su primer encuentro, en 1984. Después de tres horas largas de conversaciones, almuerzo incluido, Thatcher habló de "las muy profundos, amplias y amistosas" conversaciones mantenidas con Gorbachov, quien, a su vez, se refirió al "cada vez mayor entendimiento mutuo" en el análisis de la escena internacional. Por la noche, la primera ministra británica elogió "la revolución pacífica" impulsada por Gorbachov en la Unión Soviética. Para los ministros de Exteriores de la URSS y del Reino Unido, Geoffrey Howe y Edvard Shevardnadze, respectivamente, quedaron los aspectos menos placenteros de las discusiones.
La expectación está concentrada en la jornada de hoy, con el esperado discurso del líder soviético y la no menos esperada, y recientemente conflictiva, invitación a la reina Isabel para que visite la URSS.Gorbachov llegó a Londres precedido por una ola de frío de origen siberiano que le hizo sentirse como en casa. Raisa Gorbachov, que ayer hizo turismo (San Pablo, el puente de la Torre, el Museo de Londres), dijo que le agradaba la temperatura fresca después del calor y la humedad de La Habana. Durante mucho tiempo va a acordarse del frío que pasó en el aeropuerto mientras sonaba el himno nacional soviético.
La temperatura ambiente hizo más visible la cálida acogida personal dispensada a Gorbachov por Downing Street. Thatcher enseñó a su huésped parte de la vivienda ocupada por los primeros ministros británicos desde el siglo XVIII, después de que el personal de la casa, en su mayoría femenino, le tributara una poco habitual salva de aplausos.
Cuando quedaron a solas en el estudio de Thatcher, ambos mantuvieron un "extremadamente franco intercambio de opiniones", según un portavoz oficial, que empleó las palabras "animado, cálido, apasionado y solemne" para describir un encuentro en el que nunca hubo momentos difíciles, de acuerdo con la misma fuente. Thatcher se quedó sin respuesta cuando inquirió con preocupación a Gorbachov por la denuncia norteamericana de la venta de cazas supersónicos de largo alcance SU-24D a Libia, un país que, recordó ella, apoya al terrorismo.
La situación de los planes de reforma en la URSS tras los pasados comicios, las relaciones Este-Oeste, el control armamentista y problemas regionales, de Namibia a Centroamérica, fueron asuntos abordados por los dos dirigentes políticos.
Gorbachov pareció mostrarse satisfecho con los resultados electorales y reconoció que ha pasado el período romántico de la perestroika y ha llegado el momento difícil de empezar a tener resultados. Thatcher consideró que la reestructuración política es más fácil que la económica y alentó los esfuerzos modernizadores de su huésped.
Venta de aviones a Libia
Howe también discutió esas y otras cuestiones con su homólogo soviético e hizo saber que le había planteado con dureza los riesgos que suponía para la situación de Oriente Próximo el rearme libio. Shevardnadze ni confirmó ni desmintió la venta de los aviones capaces de llegar hasta Israel.[Anoche, en declaraciones a la televisión británica, el portavoz de Exteriores soviético, Guennadi Guerasimov, declaró que Moscú vendió a Libia, en virtud de un tratado firmado hace tres años, seis cazabombarderos para uso defensivo que tienen un radio de acción de 480 kilómetros. Y negó la acusación de EE UU, informa France Presse].
Antes del almuerzo de trabajo en Downing Street, ambos líderes asistieron a la firma por sus ministros de Exteriores de tres acuerdos de cooperación. Sentados a la mesa, Gorbachov y Thatcher hablaron de temas menos políticos y uno de ellos fue el deseo del presidente soviético de potenciar el turismo hacia la URS S. Gorbachov puso a España como ejemplo y comparó los 1,5 millones de turistas recibidos el año pasado por la Unión Soviética con los, dijo, 45 millones que entraron en España.
Tras el almuerzo, el presidente y la primera ministra ofrecieron una corona de flores en la tumba del soldado desconocido, en la abadía de Westminster. A la salida, rumbo a una planta de ordenadores en las afueras de Londres, el dirigente soviético se paró a saludar a unos curiosos y se los metió en el bolsillo. "Lo que está haciendo en el mundo es extraordinario", dijo uno de ellos. "Cuanto antes el Gobierno se dé cuenta, mejor".
Este tipo de manifestaciones populares preocupan al Gobierno, que no sabe cómo hacer frente a la ola de simpatía que suscita Gorbachov. Un reciente sondeo de opinión igualaba la percepción de lo dañinas que para el Reino Unido pueden ser las políticas de Washington y de Moscú.
Gorbachov recibió a media tarde al líder de la oposición laborista, Neil Kinnock, y por la noche aistió a una cena de honor en Downing Street, donde redondeó sus conversaciones con la primera ministra británica y escuchó a ésta, que por la mañana no había hablado sobre derechos humanos, aprobar el incremento de permisos para emigrar.
Thatcher reiteró en público a Gorbachov su convicción de que "cada parte debe considerar su estrategia global y su capacidad de defenderse en un mundo imprevisible". Lo que debe leerse como una defensa más ante el líder soviético de la necesidad de modernizar el arsenal nuclear de corto alcance en la RFA.
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