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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gorbachov, en Cuba

EL LIDER soviético que ha visitado Cuba en 1989 no tiene nada que ver con el predecesor que lo hizo en 1974. El alcance del cambio es de tal envergadura que, en más de una ocasión durante la visita de Gorbachov a La Habana, ha dado la sensación de que quien hablaba no era un líder procedente de Moscú, sino un socialdemócrata Regado de Europa occidental. ¿Cómo puede interpretarse, si no, su convencimiento de que "es predecible un tremendo futuro" -para Latinoamérica- cuando se contempla "el impulso que están tomando los procesos democráticos"? Esta nueva aproximación a la evolución política del continente, jamás oída de labios de un dirigente soviético, es la consecuencia de un nuevo marco de relaciones internacionales basadas en la buena voluntad.La teoría requiere, sin embargo, el cumplimiento de dos condiciones esenciales. La primera, que los países que en América Latina se reclaman del socialismo asuman de modo efectivo un proceso de democratización, lo que en Cuba plantea interrogantes. Es obvio que Gorbachov no puede simplemente exigir a Fidel Castro que revise su historial revolucionario y aplique una perestroika a la cubana. Entre otras razones, porque la cautela obliga al líder soviético a no dar argumentos que puedan ser explotados por los sectores conservadores que en la propia URSS se oponen a la reforma. De ahí que Gorbachov no parezca haber ejercido excesiva presión sobre el régimen cubano y la firma de un nuevo tratado de amistad y cooperación confirme la continuidad de una política que se mantiene en lo sustancial.

La segunda premisa del nuevo enfoque soviético hacia Latinoamérica -un continente democrático, desnuclearizado y carente de bases militares extranjeras- requiere inevitablemente la buena voluntad paralela de EE UU. En palabras de Gorbachov, si es bueno que Nicaragua se encuentre en el camino hacia la democracia, la solución política del conflicto centroamericano pasa por "el cese de suministro bélico, venga de donde venga". Las referencias a la asistencia militar cubana y a la ayuda estadounidense a la contra no pueden ser más claras. Como lo es la invitación implícita a Washington de que comprenda que disminuir la tensión en el continente pasa necesariamente por el abandono del bloqueo a Cuba.

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