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Los argentinos festejan el cambio de ministro de Economía

Hasta los personajes de los cómics que publican los diarios argentinos festejaron ayer la renuncia del ministro de Economía, Juan Sourrouille, y su reemplazo por el presidente de la Cámara de los Diputados, Juan Carlos Pugliese. El periódico de centroizquierda Página 12, exageró la euforia con un titular en el que, bajo la noticia, afirmó: "Dios existe". Un profundo suspiro de alivio fue la primera reacción conjunta de los dirigentes que representan a todos los sectores de la sociedad. La cotización del dólar en el mercado libre de cambios bajó de inmediato un 10% a media tarde del viernes.El viejo maestro, como le llaman a Pugliese, un veterano político de 74 años, no hará cambios de fondo en la economía argentina pero por lo menos garantiza calma, experiencia, diálogo y buen humor hasta las elecciones generales que deben realizarse el próximo 14 de mayo. Pugliese ya ocupó el mismo cargo entre 1964 y 1966, cuando fue designado por el presidente Arturo Illia tras la muerte del ministro titular, Eugenio Blanco. Su gestión se recuerda ahora con la nostalgia de una sociedad que, por entonces, no cargaba con el peso de una deuda externa estimada en 60.000 millones de dólares.

Síntomas de desastre

El primer balance después de Sourrouille, que fue ministro durante cuatro años y dos meses, recoge los síntomas del desastre: las reservas con que cuenta el Banco Central suman menos de 500 millones de dólares y Argentina debe pagar, solamente por la mitad de los intereses de su deuda, aproximadamente unos 2.400 millones de dólares.El saldo favorable de la balanza comercial será este año menor a 3.000 millones de dólares. Los acreedores han suspendido sus créditos hasta después de las elecciones generales y la inversión privada es casi inexistente. Los acuerdos para la privatización de empresas del Estado, como las Aerolíneas Argentinas y la de teléfonos están demorados en el Parlamento. Juan Carlos Pugliese nada podrá hacer para modificar los datos de la realidad, pero es el único político del Gobierno capaz de ordenar la transición hasta que se traspase el poder. El candidato peronista, Carlos Ménem, elogió su talento y confla plenamente en su capacidad.

El gran derrotado de la movida, además de Sourrouille y su equipo -que se marcha junto con él- ha sido el presidente Raúl Alfonsín, quien se había comprometido públicamente a sostenerlo hasta el fin de su mandato y llegó a decir que luego "le haría un hornenaje".

El candidato radical a la presidencia de la nación, Eduardo Angeloz, que había iniciado la embestida pública contra Sourrouille hace tres días, también se sintió satisfecho por la decisión que finalmente tomó Alfonsín.

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