El tiempo es vida
LA PROLONGACIÓN hasta el 24 de junio de la tregua anunciada por ETA hace 80 días es una buena noticia en sí misma, pero también en tanto que indicio de que las conversaciones de Argel, pese a sus evidentes dificultades, marchan adelante. De tal forma que la esperanza de que las armas callen para siempre puede ser cautamente alentada.Sin embargo, para calibrar en toda su profundidad la nueva situación habrá que esperar a la valoración oficial del Gobierno sobre la misma, una vez que el Ejecutivo haya informado de lo que está sucediendo a los partidos políticos parlamentarios. Mientras esta comunicación no se produzca, es lógico establecer todo tipo de precauciones respecto al texto remitido por ETA, que, al fin y al cabo, es el de una sola de las partes que conversan en Argel, y no precisamente la más legitimada. Una relectura del comunicado de nueve puntos del pasado mes de enero -todos encabezados, como ahora, por la fórmula impersonal del "se acuerda"- avala la necesidad de prudencia a la hora de sacar conclusiones definitivas; por ejemplo, tanto en aquél como en el comunicado de ayer se hace referencia al actierdo sobre el papel "observador y niediador" del Gobiemo argelino, que ya fue desmentido por el mismo en una ocasión, y que, igualmente, pudiera serlo de nuevo.
Es dificil saber en qué medida ha podido influir en la decisión de ETA el mensaje explícito y clamoroso a favor de la paz expresado por los centenares de familiares de vascos que se manifestaron el 18 de marzo en Bilbao. Lo que sí es seguro es que, si la organización terrorista hubiera retomado ahora la vía de los atentados, la inmensa mayoría de los ciudadanos de esta comunidad histórica lo hubiera interpretado como uria agresión directa contra sus aspiraciones más sentidas, la primera de las cuales, como se ha vuelto a hacer patente este Aberri Eguna, es la paz. En este sentido, ganar tiempo a la muerte constituye un objetivo fundamental: cuanto más tiempo transcurra sin asesinatos, más difícil le será a ETA volver a someter al chantaje del terror a un pueblo en trance de perder definitivamente el miedo y deseoso de resolver en paz sus problemas. Ninguna argumentación rebuscada bastaría para explicar un paso atrás en el camino hacia la paz, ahora y para siempre.
Uno de los aspectos más llamativos del comunicado de ETA es el referente a la ampliación de la representación de la banda terrorista con la presencia en Argel de tres dirigentes actualmente encarcelados en Francia. A falta de precisiones esenciales -por ejemplo, si existe un acuerdo paralelo de las autoridades francesas para sacar de prisión a esas personas próximarriente-resulta difícil valorar el sentido de tal pretensión, que parece, en todo caso, coherente con la obsesión de ETA por lo que sus orates llaman "internacionalización del problema". Además, la excarcelación de los etarras significaría, indirectamente, la aceptación de una vía de reinserción de los dirigentes de la banda, mientras el resto de los presos continúan en las prisiones españolas.
También resulta positiva, al menos en esta primera lectura, la aceptación de "una mesa complementaria de debate y diálogo", compuesta en principio por la representación "de las opciones políticas que reivindican ambas delegaciones actuantes", es decir, del PSOE y de Herri Batasuna, al tiempo que se perfilan "los mecanismos de intervención del resto de las representaciones políticas. En todo caso, sería el pueblo vasco quien sancionaría la anhelada solución política negociada". Esta posibilidad -confusamente evocada- de un referéndum enlaza con las recientes declaraciones de Etxebeste en el sentido de que ETA no se considera representante de todo el pueblo vasco y, por tanto, que será éste quien rectificará o ratificará nuestra posición". Si se admite esto, es evidente que HB representa lo que representan sus votos; es decir, aproximadamente el 15% de la población de Euskadi. Su presencia en cualquier foro se produciría en función de esa representatividad, considerable en términos relativos, pero incomparablemente menor que la de las fuerzas a las que dio su confianza el 85% de los vascos.
En cualquier caso, y como ya han dado a entender algunas de las fuerzas parlamentarias vascas firmantes del acuerdo de Ajuria Enea, nada de todo esto tendría sentido si no se configura en el marco de dicho pacto. El Gobierno no sólo no ha dado hasta ahora motivos para pensar que tenga intención de violar este consenso, sino que precisamente su fuerza en la mesa de Argel ha consistido y debe consistir en el respaldo de la mayoría vasca.
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