La policía y el Ejército yugoslavos impiden nuevos brotes violentos en Kosovo

HERMANN TERTSCH ENVIADO ESPECIALFuertes dispositivos de la policía federal y del Ejército lograron ayer imapedir en varias localidades de la provincia yugoslava de Kosovo nuevas manifestaciones tras cuatro días de durísimas luchas callejeras entre jóvenes albaneses y las fuerzas de seguridad. La policía. y el Ejército se encuentran en estado de máxima alarma, y se espera un recrudecimiento de la violencia mañana, cuando, en Belgrado, el Parlamento serbio dé por aprobada la nueva Constitución, que recorta dirásticamente los poderes de la provincia autónoma de mayoría albanesa.

Decenas de heridos, centenares de detenidos y el uso masivo de armas blancas y, al parecer, también de fuego son el balance de una reacción de los albaneses a la reforma constitucional impuesta por Serbia que pone a Kosovo en práctico estado de guerra.En Liubliana, la capital de Eslovenia, la república más liberal y occidental de Yugoslavía, duramente enfrentada con la política represiva de Serbia en Kosovo, nadie se ha visto sorprendido por el recrudecimiento de la violencia en el Sur. "Esto era de esperar e irá a peor", señala Roberto Botteri, redactor jefe de la revista juvenil Mladina, una de las voces más críticas hacia la política nacionalista y centralista ortodoxa del líder serbio, Slobodan Milosevic. Botteri manifestó a EL PAÍS que no espera una rebelión general de los albaneses ahora, dada la masiva presencia policial y militar. "Pero los albaneses no van a olvidar esto".

Miles de albaneses de la provincia yugoslava de Kosovo han participado desde el jueves en los más violentos enfrentamientos con la policía que se registran en esta conflictiva provincia yugoslava desde los sangrientos sucesos de 1981, en los que murieron decenas de personas. Los incidentes han cobrado enorme gravedad al acudir a las concentraciones muchos manifestantes armados con hachas, barras de hierro y piedras. También fueron utilizadas armas de fuego, si bien aún no ha quedado claro por parte de quiénes. La agencia yugoslava Tanjug y la televisión serbia, ambas en manos de gente de confianza de la dirección de Serbia, acusaron a manifestantes albaneses de abrir fuego contra las fuerzas del orden.

Han sido heridos en los últimos días decenas de policías y manifestantes albaneses. Los detenidos son varios centenares. Los responsables de las fuerzas de seguridad se reunieron en la noche del sábado con el presidente de la provincia para estudiar nuevas medidas p ara controlar la situación.

Los jóvenes, en la calle

Desafiando el estado de excepción decretado en febrero, jóvenes albaneses se han lanzado a las calles en Pristina y en la localidad de Urosevac para protestar contra la aprobación de una reforma constitucional que recorta drásticamente las competencias de la provincia autónoma en beneficio de la república de Serbia. Las escuelas y la universidad de Pristina se encuentran paralizadas, y los mineros en la región de Titova Mitrovica desafían de nuevo las medidas extraordinarias de militarización de su servicio.

El jefe del partido en Kosovo, impuesto, por Serbia, el ex jefe de policía Rachman Morina, se niega a cumplir su promesa de dimitir hecha bajo las presiones de la reciente huelga de hambre de los mineros albaneses. Morina saludó la aprobación de la reforma en el Parlamento de Pristina manifestando que "a partir de ahora todo será más fácil". La reforma aceptada el jueves por el Parlamento de Kosovo con sólo 10 votos en contra supone su renuncia a gran parte de sus atribuciones en materia de seguridad, finanzas y educación.

La dirección serbia bajo Milosevic se hace así con un arma para recortar la educación autónoma de la universidad y escuelas albanesas, imponer sus propios criterios sobre seguridad en la provincia, con un 90% de albaneses y un 5% de serbios, y supeditar el flujo de inversiones hacia esta provincia subdesarrollada a la afinidad a su línea de los dirigentes de la provincia.

Medios de prensa croatas y eslovenos han revelado que algunos parlamentarios albaneses fueron sometidos a fuertes presiones y amenazas para el caso de que votaran en contra de la reforma. Jóvenes nacionalistas albaneses habían manifestado ya hace semanas a EL PAÍS que los parlamentarios que votaran por la "reforma antialbanesa habrían de hacer las maletas e irse de Kosovo".