El alma de la tradición musical rusa
La originalidad en el tratamiento del lenguaje y el peculiar sentido dramático de sus obras confieren a Mussorgski un lugar de honor entre los más grandes autores operísticos. Ayer, 21 de marzo -el 9, según el calendario juliano-, hizo 150 años del nacimiento en Karevo (Rusia) del compositor Modesto Mussorgski (1839-1881).
Únicamente terminó una de sus óperas: Boris Gudonov. Es una obra maestra, un punto de referencia, fiel al drama de Pushkin (1799-1837) en que se inspira. Tiene momentos estremecedores. La primera escena del cuarto acto es digna de cualquier antología de la historia de la ópera. Discurre ante la catedral de san Basilio en Moscú. Mientras los campesinos suplican hambrientos un trozo de pan al zar Boris, un Inocente le acusa de haber asesinado al zarevich, entonando posteriormente un lamento de infinita melancolía: "Brotad, brotad, amargas lágrimas. Negra oscuridad. ¡Ay, ay, ay de Rusia!. Llora, llora pueblo ruso, pueblo hambriento...".No menos genial y también inspirada en la historia rusa es la incompleta Khovantchina, obra póstuma que refleja entre los enfrentamientos de dos formas de vida distintas -conservadora y liberal, para entendernos- en la época del zar Pedro el Grande. Como en Boris, son fundamentales los momentos corales y las voces bajas. También el valor expresivo de la palabra hecha música.
Gogol (1809-1852) es el punto de partida de La feria de Sorochintsi y El matrimonio. De la primera época de Mussorgski son las seis escenas que se conservan de Salambo, basada en la novela de Flaubert (1821-1881). Ayer se interpretó en Budapest dentro de los Festivales de Primavera. RN-2 la emitirá en directo desde el Bolshoi de Moscú el próximo 1 de abril.
Sus hallazgos musicales influyeron de diferentes formas en Debussy, Bela Bartok o Alban Berg, aunque su heredero natural fue el checo Leos Janacek.
Su vida fue desordenada. Tuvo tendencia a la bebida, a la depresión y a los trastornos nerviosos. Mussorgski, en su soledad, recurrió con frecuencia a los temas infantiles en sus composiciones. La muerte fue una de sus referencias constantes. Persona culta procedente de la nobleza campesina, nunca negó su espíritu socializante ni su vinculación con la gente sencilla. "La intimidad con el ingenio del pueblo y sus formas de vida dio el primer y más fuerte impulso a mis improvisaciones musicales ( ... )". Los campesinos son mucho más aptos para gobernarse ellos solos que sus amos".
Homenajes
Cuadros de una exposición es, probablemente, su obra más interpretada, tanto en la versión pianística, como la orquesta arreglada por Ravel. Cristóbal Halffter la dirigirá con la ONE a finales de este mes. El Liceo de Barcelona, que programó Khovantchina el pasado enero ofrecerá un concierto-homenaje en abril dirigido por Edinon Colomer. La revista Scherzo en su número de marzo publica un interesante y oportuno dossier sobre el compositor. Son algunas muestras de que su figura y su música se mantienen vivas también en España. Aunque, desgraciadamente, una parte importante de su catálogo de obras sea aquí prácticamente desconocida.
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