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Tribuna
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EI amado Mao

"Mucha gente de la calle empieza a volver a hablar de Mao", cuenta un occidental que reside en Pekín desde hace tiempo para explicar que la población comienza a sentirse desconcertada ante la incapacidad estatal para controlar los desmanes de funcionarios y pequeños comerciantes que llenan sus bolsillos con operaciones ilícitas.Las manifestaciones individuales de quienes evocan la figura de Mao o lamentan la aparición en China de vicios occidentales como la criminalidad o la prostitución no significan, sin embargo, el resurgimiento de una corriente de regresión política en una población que tiene todavía muy reciente en su memoria las trágicas consecuencias de la revolución cultural de mediados de los sesenta. En ello coinciden, al menos, todos los observadores.

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La modernización china tiene fiebre

"La reforma debe continuar", es la consigna con la que la casi totalidad de la población está de acuerdo.

El problema estriba en estos momentos en identificar las prioridades de la reforma. Zhao explicó recientemente al presidente de Estados Unidos, George Bush, en Pekín, que existen actualmente dos corrientes de pensamiento en China que están radicalizando cada una de ellas sus posturas. Una está formada por quienes piensan que la reforma ha ido por un mal camino y es necesario dar un giro. La otra son aquellos que opinan que todos los problemas actuales de la sociedad china son de naturaleza política y abogan por una solución basada en modelos occidentales.

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