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Progresista

Manuel Vicent

En su época este hombre fue un progresista de molde. Usó barba y morral de apache, encendedor de mecha y cincho de la contracultura; se vistió de nudista con el lino de Ibiza, amó la libertad tanto o más que a los pepinillos de Bulgaria y tuvo una novia holandesa que se adornaba con harapos de muselina, y con ella peregrinó a Katmandú. En aquel tiempo de incienso y napalm este hombre también quería cambiar el mundo, e incluso concibió un sueño revolucionario, pero el plan quinquenal sólo lo adoptó para cultivar marihuana en una maceta. Pasó directamente del corazón de Jesús al corazón de Mao, y de éste al de Kirshna Murti, aunque la dictadura le había obligado a hacer un master de tres meses en Carabanchel, donde recibió la bendición de Camacho y trató a algunos presidiarios que luego Negaron a ministros. Lo sabía todo de las tribus del Amazonas. Engendró un hijo quemando nueces de sándalo mientras Franco expiraba, y entonces se le vio bajo las nubes de los gases lacrimógenos en el culo de saco de la historia. Después vino la democracia, y el rastro de este progresista se perdió. Amigos suyos se convirtieron en banqueros, diputados, jefes de empresa, y él pudo haber sido uno de ellos, pero se esfumé y no ha aparecido hasta la semana pasada.Ahora tiene casi 50 años y no es exactamente un mendigo madrileño, aunque se gana la vida en la puerta de una iglesia del barrio de Salamanca, ayudando a subir los peldaños del templo a las ancianas de visón que acuden a misa. Las recibe en la calle al pie de la escalinata, les ofrece el brazo sonriendo y a continuación, con suma delicadeza, se las lleva en volandas hasta el cancel, y allí recibe de ellas un óbolo que no es una limosna. Con tesón ha logrado hacerse con una clientela fija compuesta de marquesas y viudas de general que requieren sus servicios porque este hombre es limpio, galante y de barba blanca. Quería cambiar el mundo, y en el morral ahora lleva una navaja ecológica. Mientras los socialistas se pasan a los nacionales, aquel progresista hoy es un introductor de beatas.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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