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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El riesgo monetarista

DIVERSOS INDICADORES han confirmado en los últimos días el fuerte ritmo de expansión que sigue experimentando la economía estadounidense. El crecimiento de la producción industrial en un 0,3% en enero, aunque inferior al de diciembre, ha sido simultáneo con el mantenimiento de un grado de utilización de la capacidad productiva (84,4%) en niveles desconocidos en los 10 últimos años. La generación de 408.000 nuevos empleos en enero y el mantenimiento de una tasa de desempleo del 5,4% definen igualmente esa fortaleza. Expresivas son también las últimas cifras de déficit comercial (11.980 millones de dólares en enero) y, en mayor medida, su composición (incremento de las exportaciones en un 6% y de las importaciones en un 3%).Esta vitalidad no está exenta, sin embargo, de amenazas inflacionistas asociadas al dominio de la demanda interna y, más concretamente, del consumo, y con ellas, la consiguiente reacción de la Reserva Federal endureciendo la política monetaria y elevando los tipos de interés. Un horizonte tal ha cobrado virtualidad una vez conocido el incremento, del 1 % en enero, experimentando en el índice de precios al por mayor. El índice de precios al consumo correspondiente al mismo mes, un 0,6%, ha resultado el más elevado de los dos últimos años. La subida de las tasas de descuento el viernes pasado confirma institucionalmente estos movimientos.

Conocida es la incomodidad del presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, con los síntomas de recalentamiento que viene mostrando la economia de su pais, y explícitas sus advertencias acerca de la difícil compatibilidad del control de Winflación con tasas de crecimiento de la economía superiores al 2,5%. La nueva Administración parece reclamar una política monetaria más acomodaticia que tolere un crecimiento de la economía superior al anterior, suficiente para generar el incremento de recaudación que su proyecto de presupuesto asume para el ejercicio de 1990.

El horizonte de tipos de interés al alza en EE UU tampoco está exento de peligrosos efectos secundarios. Además de los que pueda tener sobre el tipo de cambio del dólar y sobre la competitividad de las exportaciones y, en definitiva, sobre el déficit comercial, el impacto quizá más importante se derivaría precisamente del elevado nivel de endeudamiento que mantiene la generalidad de los agentes económicos, dotados, por tanto, de una salud financiera extremadamente sensible a variaciones en el precio del dinero. Es el caso, por ejemplo, de un significativo sector del sistema financiero de aquel país equivalente a cajas de ahorro (savings and loans institutions), o el de aquellas empresas que han experimentado cambios en su estructura de propiedad a través de operaciones como los leveraged buy-outs (LBO), en las que se ha sustituido parte de su base de capital por deuda. El mantenimiento del déficit presupuestario en niveles tolerables, ya no su reducción, exige igualmente que los tipos de interés no se distancien de los previstos en el proyecto de presupuesto para el próximo ejercicio fiscal, hoy casi dos puntos inferiores a los de mercado.

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De las vías por las que se opte en la resolución de ese conflicto de prioridades entre la nueva Administración y la Reserva Federal podrá deducirse en gran medida el curso de acción que en los próximos meses va a seguir esa economía y, definitivamente, el grado de complacencia con el que el nuevo presidente de la nación administra el frágil legado cedido por su antecesor.

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