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Amenaza a la cohesión de la OTAN

La opinión pública alemana occidental, cautivada por el líder soviético, Mijail Gorbachov, puede poner a la OTAN ante la prueba más seria de su historia, en un momento en que se avecinan las primeras grandes negociaciones sobre reducción de armamento convencional en Europa desde el final de la II Guerra Mundial.Por primera vez desde entonces se plantea el gran problema europeo de mantener la cuestión alemana bajo control occidental, a la vista de los vertiginosos cambios que se producen en la URSS y Centroeuropa. La tarea de la OTAN -"mantener a los soviéticos fuera de Europa, a los norteamericanos dentro y a los alemanes bajo control"- comienza a dejar de estar garantizada.

La visita a Bonn del nuevo secretario de Estado norteamericano, James Baker, sólo ha servido, para hacer más patente la creciente divergencia entre los intereses alemanes y los norteamericanos.

Baker ha podido informarse en Bonn sobre el gran dilema en que se encuentra el Gobierno de Bonn. Dado que la inmensa mayoría de la población de la República Federal de Alemania está en contra de la modernización de los misiles de corto alcance y en favor de su total liquidación, adquiere el carácter de un suicidio político para la coalición gubernamental cristianodemócrata-liberal el acceder a una renovación armamentista previa a cuatro comicios en Estados federados y elecciones federales.

Con la nueva política de Moscú y tras el acuerdo sobre euromisiles, amenaza con tambalearse la Alianza. Su indefinición ante las constantes propuestas de desarme soviéticas ha hecho de la OTAN, a ojos de la mayoría de los alemanes, una alianza que sólo intenta frenar las soluciones de desarme propuestas por Moscú.

De nada sirve ya al Gobierno insistir en realidades como la aún inmensa superioridad soviética en Europa, convencional y nuclear, el que la URSS sigue sus proyectos de modernización sin modificación alguna o que las propuestas soviéticas reducen mínimamente la capacidad ofensiva del Este en la Europa central.

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Contra la modernización

Las encuestas que muestran que el 85% de los alemanes occidentales está contra la modernización y la mayoría quiere la desnuclearización total de Europa han conmocionado a los aliados.

Kohl, aquejado por numerosos problemas políticos, con una extrema derecha que le roba votos, una socialdemocracia (SPD) ordenada y en auge por primera vez desde comienzos de la década y un aliado, el partido liberal (FDP), más que frágil, se ha decidido por dejar claro que la RFA "no considera actual" el debate sobre la modernización y que ésta debe decidirse a principios de la década siguiente.

A pocos meses de que la OTAN presente su concepto global, cuyo retraso lamentan ya todos, la RFA se niega a que la modernización de los misiles esté incluida en el mismo. En enero se vio en la reunión anual de expertos en defensa de la OTAN en Múnich que la RFA está sola en esta posición. Esto no significa que los aliados europeos no entiendan mejor que los norteamericanos que los alemanes difícilmente acepten una estrategia que, en su opinión, somete tan sólo a las dos Alemanias al riesgo de ser escenario de una guerra nuclear. Es prácticamente nula entre los alemanes la confianza en que franceses, británicos y norteamericanos utilizaran sus propias armas nucleares contra la URSS, arriesgando un contragolpe por evitar una guerra nuclear limitada en la RFA. Bonn quiere salir de este embrollo con una nueva doble decisión al estilo de la tomada en 1979. Según ésta, la modernización de los misiles Lance se haría en 1991 o 1992 si no hubiera avances sustanciales en las negociaciones.

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