_
_
_
_
DESAPARECE EL ESCRITOR DE LA CÓLERA

Thomas Bernhard murió y en soledad y fue enterrado ayer en Viena

El escritor que fustigó a la sociedad austriaca falleció a los 59 años, de una enfermedad degenerativa

VIVIANNE SCHNITZEREn la tarde de ayer, en el más absoluto secreto, fueron enterrados en el cementerio vienés de Grinzing los restos del dramaturgo y escritor Thomas Bernhard. Su muerte fue anunciada a los cuatro días de haberse producido. Bernhard murió solo en su casa de campo en Ohlstorf, cerca de Gmunden. Las causas del fallecimiento aún no se han aclarado, y se han dado varias versiones: cáncer de pulmón, paro cardiaco... Lo más probable es que Bernhard, de 59 años, falleciera de una enfermedad maligna que le torturó durante 40 años, según aclaró el médico Peter Fabian, su hermanastro, que le atendió en la ciudad de Gmunden. El morbus puk, una enfermedad en las glándulas linfáticas, le ganó la última batalla al autor el domingo pasado.

Los síntomas de esta dolencia, descubierta a comienzos de este siglo y que antes se confundía con tuberculosis o con envenenamiento por setas, son hinchazón ocasional de las glándulas, irritación en la piel y los ojos que obliga a lagrimear constantemente. También afecta al corazón y los pulmones. Su enfermedad le torturó secretamente por años y Bernhard decía: "Después que el cuerpo está destrozado, el cerebro se desarrolla maravillosamente".Según se presume en Viena, el misterio que rodeó a la noticia de su muerte, y su entierro, absolutarnente cerrado al público, es consecuencia de una carta del escritor con instrucciones en caso de su fallecimiento. Se comentaba en el noticiario de la radio austriaca, al mediodía de ayer, que "Bernhard quiso morir tan misteriosamente como vivió".

Bernhard no deja descendientes y se le conocía como un ermitaño que gozaba provocando la esencia del "alma austriaca", haciendo recordar a sus conciudadanos el pasado de la época nazi. A Thomas Bernhard se le conoció sólo una compañera, con la que convivió 35 años hasta que ella murió, acontecimiento que le afectó sobremanera. Jamás se relacionó con otros escritores y sus ácidos juicios sobre la vida, el pasado y la política los emitía a través de sus obras de teatro y muy raramente en entrevistas a medios de comunicación internacionales.

Thomas Bernhard fue en vida tan controvertido como exitoso y era el dramaturgo que tenía más presencia en el teatro de habla alemana. Como ningún otro escritor en Austria, Bernhard buscó siempre la polémica, especialmente en la obra Heldenplatz, que escribió para la conmemoración de los 50 años de la anexión de Austria por la Alemania nazi, y en la cual describe a los vieneses como verdugos. En Heldenplatz se describe el regreso de una familia judía a Viena luego de haber emigrado en la época nazi.

Viena en el presente, para ellos, sigue igual que siempre y el padre termina suicidándose. La obra marcó la vida política de este país el año pasado y los austriacos se dividieron entre los que estaban dispuestos a asumir y responsabilizarse del pasado y aquellos que preferían olvidarlo.

Heldenplatz fue estrenada en el Burgtheater en noviembre pasado y desencadenó una odiosa campaña en contra de Bernhard, especialmente en el periódico populista de derechas Kronen Zeitung. Por esto también fue agredido hace dos meses en la calle por una vienesa que, mientras intentaba pegarle con su bastón, le gritaba: "¡Te vas a pudrir de cáncer!". La relación entre Bernhard y Austria era tormentosa y se distinguían pinceladas de amor y odio simultáneos. Sobre la vida en Viena Bernhard decía: "La vida no es agradable, se entra sólo en casas que tienen ascensor. Se toma un cuarto de litro de vino al almuerzo y un cuarto a la comida. Eso es todo".

Primeros recuerdos

Los primeros recuerdos del dramaturgo son de Kloster Heerlen, en Holanda, donde nació en 1931. Su padre era un carpintero en la ciudad de Salzburgo y nunca le conoció. Su madre fue empleada doméstica y trabajó en distintas casas, ausentándose de la propia, razón por la cual Bernhard fue prácticamente criado por su abuelo materno, Johannes Freumbichler, escritor, que murió cuando Thomas tenía 19 años. Ese día, según confesó después, fue capaz de escribir su primera pieza literaria. De niño, Bernhard estuvo internado en un colegio nacionalsocialista y luego católico en la ciudad de Salzburgo. Estudió dos años de música en el Mozarteum.

A los 18 años enfermó gravemente del pulmón, por lo que tuvo que pasar varias temporadas de los años siguientes en sanatorios en las montañas de los Alpes. Entonces escribía poesía y su paso espectacular a la escena literaria vienesa fue cuando comenzó con la prosa. Los ínicios de Bernhard fueron como periodista en el Diario Popular Democrático de Salzburgo. Desde 1955 a 1957 escribía reportajes sobre los tribunales, que eran crónicas seguidas con entusiasmo por sus fieles lectores. Desde 1957 se dedicó por entero a la literatura, recibiendo, entre otros, el calificativo de profeta amargo. Fue criticado hasta el cansancio y sobre su vida privada se especuló en toda la Prensa. En la década de los setenta, Bernhard publicó una autobiografía en tres tomos para terminar "con las falsedades y absurdos que se escriben sobre mí". Thomas Bernhard rodeó siempre su vida privada de misterio. En su casa de Viena nunca tuvo teléfono y jamás se mezclaba con otros escritores.

Era conocido como un ser solitario que odiaba las masas y que gozaba de su soledad. Sin embargo, en una de sus últimas entrevistas, al diario alemán Suddeutsche Zeitung, contradice el mito de soledad y desamor. "Un hombre que siempre está solo toca fondo en poco tiempo. Muere. Para cada ser humano existen personas decisivas en su vida. Yo tuve dos: mi abuelo materno y una persona a la que conocí el año que murió mi madre". La relación de Bernhard con esta mujer, de la que se desconoce la identidad hasta ahora, duró 35 años. "Con la muerte de ella todo terminó. Se está solo. Luego se busca entre todas las personas que aún tenemos. De pronto me volví cien veces más receloso que antes. Y más frío. Con ella sabía que estaba ahí".

Sin embargo, Bernhard nunca decidió casarse o tener hijos. "Yo estaba contento de sobrevivir. No podía pensar en fundar una familia. Nunca fui saludable. Si fue malo o bueno no lo puedo decir. Fue una forma de vida y la vida conoce millares de distintas formas de existencia".

Pero reconocía que no era feliz con su existencia y lo confesó en numerosas ocasiones. "Nunca fui feliz, pero siempre buscaba protegerme. Con mi amiga encontraba esa protección. Ella me motivaba, para trabajar. Ella era feliz al ver que yo escribía y producía. Hicimos viajes. Yo le llevaba sus maletas pesadas". Bernhard era para compañías limitadas y siempre rechazó las multitudes y los aplausos. "El aplauso no lo puedo soportar. Es el pago de un actor, ellos viven de eso. Yo me quedo con los pagos de la edítorial. Pero la música de marcha y las gentes aplaudiendo en el teatro o en el concierto son para mí insostenibles".

La muerte, tema central

La muerte, uno de los temas centrales de la vida y obra de Bernhard, jugó un papel determinante, y recuerda el fin de la mujer que amó toda su vida: "Sentía el pulso lento de su mano. Luego más lento, más lento. Todo termina. Todavía tengo su mano en la mía. Llega la enfermera y me dice vuelva más tarde. Me confrontaron inmediatamente con la vida. En silencio me levanté, recogí las cosas. Mientras, vuelve la enfermera y cuelga un número en el dedo de su pie. Me dice: 'llévese también su yogur'. Afuera, los graznidos de los cuervos. En realidad, era como una pieza de teatro".

Sobre el suicidio dijo: "Sería interesante para mí si pudiera observarlo después. Pero esto no funciona y ésa es mi gran desilusión".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_