Tumultuosa consagración por los episcopalianos de la primera obispa de la historia
Bárbara Clementine Harris, una negra de 55 años ordenada sacerdote de la Iglesia episcopaliana en 1980, se convirtió el sábado en la primera obispa de la historia, en una tumultuosa ceremonia de tres horas celebrada en un auditorio de Boston, en medio de los abucheos y aplausos de varios miles de asistentes, entre ellos 55 obispos de esa confesión religiosa, rama norteamericana de la Iglesia anglicana.
La consagración de Harris supone la ruptura de una línea respetada hasta ahora por las ramas cristianas más importantes, que consideran que los obispos tienen una autoridad divina delegada, como sucesores de los apóstoles.Un silencio expectante se produjo en el auditorio cuando el obispo Edmond L. Browning, que preside la Iglesia episcopaliana, anunció a los presentes, con las palabras de ritual, su seguridad en la idoneidad de Bárbara Harris para el cargo y expresó la aprobación que había dado la Iglesia a esa "sagrada responsabilidad". "Sin embargo, si alguno de ustedes conoce algún impedimento para continuar con esta ceremonia, manifiéstenlo ahora", dijo Browning.
John Jamieson, representante de una de las iglesias más conservadoras, se dirigió inmediatamente a un micrófono y denunció la consagración episcopal de una mujer como una "impostura sacrílega". Jamieson agregó que se había roto la comunión con todas las ramas de la Iglesia anglicana. Los asistentes prorrumpieron en gritos de apoyo o de rechazo, y Browning tuvo que hacer una llamada al orden. Intervino a continuación el reverendo James Hopkinson Cupit Jr., quien imploró que se detuviera la ceremonia para no violar una tradición de 2.000 años basada en un mandato apostólico.
Browning calmó un nuevo alboroto y aseguró que todas las objeciones contra la consagración de Harris habían sido ya debatidas y que los diferentes comités diocesanos habían otorgado ya su consentimiento, por lo que la ceremonia iba a continuar. Una vez terminada la consagración, Harris hizo en alta voz su promesa de servir fielmente a la Iglesia como obispa. "Obedeceré a Cristo y serviré en su nombre", dijo.
El ser mujer no ha sido el único obstáculo que Harris ha tenido que salvar para acceder al obispado. Los conservadores han criticado sus posturas de izquierda, y el reverendo Jerome Politzer ha llegado a manifestar: "Un obispo debe ser un discípulo de Cristo, no de Carlos Marx".
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