El heredero del trono saudí encaja las piezas de la reconciliación árabe
La diplomacia saudí ha conseguido un nuevo éxito en su intento por preparar un clima favorable a la celebración de una cumbre árabe. El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Siría y Marruecos, anunciado el pasado lunes, constituye un logro personal del príncipe heredero, Abdala Ben Abdelaziz. El camino hacia la total reconciliación, siquiera formal, queda aún lejos. Siria persiste todavía en su actitud dura frente a Egipto e Irak, los otros dos contenciosos que Riad desea solucionar antes de albergar una eventual reunión de jefes de Estado.
Una vez más las relaciones personales, tan importantes en el mundo árabe, han surtido efecto. El príncipe Abdala mantiene buenos contactos con las autoridades sirias, ante las que ya gestionó en 1985 un acercamiento con Omán. De otro lado, existen viejos lazos de amistad entre las familias reales de Arabia Saudí y de Marruecos. De hecho, el deshielo entre Damasco y Rabat, gracias a "la iniciativa fraternal de Arabia Saudí" se ha producido tras sendas visitas "de carácter privado" a ambas capitales. La ruptura de relaciones diplornáticas sobrevino a iniciativa del presidente Hafez el Asad, en julio de 1986, cuando el rey Hassan II recibió en su palacio de Ifran al entonces primer ministro israelí, Simón Peres.
La visita de Peres a Marruecos fue calificada de traición de Damasco, cuyos gobernantes acusaron al monarca alauí de desempeñar el papel de "Celestina en los destinos de la nación árabe". Pese a las nuevas coordenadas diplomáticas que han introducido en Oriente Próximo la ofensiva de paz palestina y el clima de distensión internacional, Siria permanece persuadida de que cualquier intento de diálogo con el enemigo sionista está destinado al fracaso. Sin embargo, su situación geopolítica -fronteriza con Israel y fuertemente implicada en Líbano- le obliga a tener en consideración el desarrollo de estos acontecimientos.
No hay que olvidar tampoco que, incluso en fase de recesión, Arabla Saudí continúa siendo uno de los principales centros de financiación del mundo árabe, y que Siria, carente de petróleo o de cualquier otra fuente importante de sostenimiento, puede encontrar un considerable apoyo económico a cambio de una moderación de sus posturas.
El pasado jueves, el príncipe Abdala señaló que el presidente Asad se había mostrado "extremadamente comprensivo durante las discusiones para aproximar los puntos de vista entre los países árabes y que forman parte de los esfuerzos saudíes por unificar las filas árabes". Queda aún pendiente la reconciliación de Siria con Egipto y con Irak.
Los observadores políticos ven estas señales con prudente optimismo, dado que los dirigentes sirlos aún no han retirado su oposición a que El Calro se reintegre en la Liga Árabe, de la que fue excluido en 1979 a raíz de la firma del tratado de paz de Camp David con Israel.
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