Proceso a la enfermera que aceleró la muerte a 17 enfermos terminales
El proceso contra la llamada ángel de la muerte, Michaela Roeder, una enfermera de 30 años acusada de haber provocado la muerte a 17 de sus pacientes, se ha iniciado a principios de esta semana en Alemania Occidental. Michaela comenzó a trabajar en octubre de 1976 en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Católico de San Pedro, de la ciudad de Wuppertal, donde entre el 6 de febrero de 1984 y el 5 de febrero de 1986 mató a 17 pacientes, mediante inyecciones que les provocaron un paro cardiaco, según la acusación.
La enfermera utilizó una mezcla de cloruro potásico y un medicamento destinado a bajar la tensión arterial, preparado que hacía aparecer las muertes como fallos cardíacos por causa natural. En 17 de 38 cadáveres exhumados los expertos encontraron rastros del citado preparado.La propia Michaela confesó después de su detención, el 14 de marzo de 1986, que aplicó la inyección mortal a ocho pacientes, todos ellos recién operados y sin esperanzas de vida, y que lo hizo para ahorrarles sufrimientos.
Según su defensor, Siegmund Benecken, la acusada actuó por "compasión" y llevada por el deseo de "acortar una agonía degradante en una medicina mecanizada".
Pero en opinión del fiscal, Karl-Hermann Majorowski, Michaela se arrogó el papel de "dueña sobre la vida y la muerte", y asesinó fríamente, impulsada por bajos motivos y para liberarse de pacientes molestos.
Con una fuerte discusión sobre los móviles de la acusada entre el defensor y el fiscal comenzó ayer la vista de la causa ante la sala 5 de la Audiencia Territorial de Wuppteral, en la que comparecerán en las próximas semanas ocho expertos y más de 40 testigos.
Michaela Roeder aguantó con aparente tranquilidad los flashes de una multitud de fotógrafos, que habían acudido para captar imágenes de la mujer que durante semanas acaparó las portadas de la prensa sensacionalista del país.
Tras su detención, los titulares de los diarios amarillos abundaron en expresiones como "fría asesina" y "ángel de la muerte", y en algunas informaciones hasta se llegó a atribuir a la acusada, sin base, como se demostró más tarde, relaciones homosexuales con la médica jefe del departamento en que trabajó.
Compasión
El tribunal tendrá que decidir ahora si Michaela es realmente esa asesina despiadada, que aplicó las inyecciones por soberbia y el crudo deseo de deshacerse de pacientes molestos, o si, por el contrario, actuó equivocadamente, por "compasión".El hecho es que de los 17 pacientes en torno a quienes giraron las investigaciones, 14 tenían 70 o más años, y tres, entre 53 y 68. Ante esa misma sala de Wuppertal, un enfermero fue condenado en 1976 a cadena perpetua por el asesinato de dos personas a su cuidado, e intento de asesinato en otros cuatro casos.
En 1981, en la ciudad alemana de Friburgo, un juez condenó a siete años de cárcel a un enfermero acusado de haber administrado inyecciones mortales a siete pacientes de una unidad de cuidados intensivos.
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