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Un naufragio hace zozobrar al Gobierno austriaco

El ministro del Interior, Karl Blecha, deberá prestar hoy declaración ante una comisión investigadora ad hoc del Parlamento, en lo que se considera el caso criminal político más espectacular desde la segunda república austriaca. El ministro, así como el presidente del Parlamento, Leopold Gratz, y otros cargos cercanos al Gobierno, deberá aclarar de qué modo estaban conectados y eventualmente ayudaron a su amigo Udo Proksch, acusado de asesinato y prófugo de la justicia desde hace un año.

La historia comenzó en enero de 1977, cuando, en circunstancias misteriosas, se hundió el barco de carga Lucona en el océano Indico. El buque, arrendado por Proksch, llevaba una carga asegurada en 212 millones de chelines austriacos (casi 2.000 millones de pesetas) y clasificada en la compañía de seguros como maquinaria para procesar uranio, que resultó ser tan sólo chatarra vieja pintada con laca. En el hundimiento mediante explosivos, provocado por Proksch, según la policía, murieron 6 de los 12 tripulantes de la embarcación. Las empresas mediadoras vendedoras y compradoras de las máquinas procesadoras de uranio eran compañías de papel, tan inexistentes como la carga que transportaba el Lucona.Udo Proksch, buscado interlacionalmente por Interpol, ha sido el niño terrible de la sociedad vienesa. Es el dueño de la famosa confitería Demel y organizador del Club 45, una especie de logia de prominentes empresarios y políticos, muchos de ellos socialdemócratas, a los que, como quiere aclarar la comisión ad hoc, Proksch pidió ayuda al comenzar las acusaciones en su contra. En sus declaraciones, Blecha, Gratz y el ex ministro de Justicia, Harald Ofner, deberán explicar por qué, eventualmente, trataron de imposibilitar, prolongar e impedir las investigaciones.

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