Capitanes homosexuales
EL PAÍS, en su edición del 30 de diciembre, publica una noticia según la cual el Tribunal Constitucional ha negado la suspensión de condena, en tanto se resuelve su recurso, a un capitán de aviación condenado por su "conducta homosexual en dependencias militares".Lo de las dependencias militares no pasa de ser un subterfugio, puesto que si la conducta hubiera tenido que ver con mujeres en vez de hombres, el asunto se hubiera zanjado, en el peor de los casos, con una reprimenda oral y, probablemente, con una palmadita envidiosa por parte de algunos compañeros.
Por su parte, la argumentación del abogado del Estado no tiene desperdicio. Según él, la presencia de sujetos con una homosexualidad activa no contenida puede provocar escándalo e indisciplina en los ejércitos. O sea, que esta persona no sólo es homosexual, sino además activa, e incluso, no contenta con lo anterior, no contenida. Esto ya debe ser el colmo. Así que, señores oficiales y suboficiales, si son ustedes homosexuales, sigan el consejo de nuestro ahogado y conténganse, pues de lo contrario habrán de lamentarlo.
Reconforta saber que los miembros de las Fuerzas Armadas, que velan por nuestra seguridad, son todos (o casi) unos machos en el pleno sentido de la palabra, como lo son también, por ejemplo, los militares argentinos. Es tranquilizador imaginarse que nuestros militares, por la noche, se acuestan con sus esposas o amigas (en vez de hacerlo con hombres), cuestión ésta que, como todo el mundo puede comprender, es absolutamente fundamental para su eficacia. Quizá el ministro separó a este capitán del servicio temiendo que, dado que el ejército enemigo estará presumiblemente compuesto en su mayoría por hombres, llegado el caso decidiera hacer el amor en vez de la guerra.
Continúa el abogado del Estado considerando "la grave ofensa que su conducta pueda representar para la dignidad y libertad (sic) de terceros... que se encuentran sometidos a una situación de subordinación inevitable". Ahora se entiende el peligro de indisciplina antes mencionado, ya que, al parecer, estar a las órdenes de un homosexual es algo que ni la disciplina castrense puede soportar. El previsible motín que se avecinaría sería, siguiendo la línea argumental del abogado, más un acto de liberación que otra cosa.
En tanto en cuanto elementos del aparato del Estado sigan avalando prejuicios sociales de esta especie para discriminar a unos ciudadanos de manera tan activa y tan poco contenida, urge una ley que proteja explícitamente contra la discriminación por razón de inclinación o conducta sexual. Y mientras tanto, por favor, que en las convocatorias para las academias militares incluyan entre los requisitos usuales el de ser heterosexual o como mucho, homosexual pasivo. Así, si entrara algún maricón siempre se le podría echar por mentiroso.-
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