Una conferencia envenenada
La reunión de París, en la que participan 143 países, dominada por el enfrentamiento libio-norteamericano
Delegaciones de 143 países inician hoy en París la conferencia más numerosa jamás convocada fuera de la Organización de las Naciones Unidas después de la II Guerra Mundial. Sin embargo, la reunión de París sobre la prohibición de las armas químicas, cuya preparación se inició hace cuatro meses con los mejores augurios, corre el riesgo de envenenarse. El principal motivo para ello es la polémica desatada después de que Estados Unidos haya acusado a Libia de fabricar armas químicas y del ataque norteamericano a dos cazas libios en el Mediterráneo de hace unos días. La actuación de la Administración norteamericana no hará sino aumentar las reticencias del Tercer Mundo, y en especial de los países árabes, a la hora de firmar una prohibición de las armas químicas, conocida como la bomba atómica de los pobres, mientras las grandes potencias siguen controlando el armamento nuclear.
La conferencia de París, que se reunirá desde hoy hasta el 11 de enero en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), surge de una iniciativa del presidente norteamericano, Ronald Reagan, en la última Asamblea General de la ONU, a finales del pasado septiembre, acogida inmediatamente por el presidente de la República Francesa, François Mitterrand.Paradójicamente, Reagan había inaugurado su mandato anunciando la vuelta de Estados Unidos a la producción de armas químicas, que se había interrumpido en el año 1969.
En cuanto a la Unión Soviética, su disposición ante la conferencia es también favorable desde que, en febrero de 1987, reconociera por primera vez la posesión de armas químicas, aceptara la verificación obligatoria y por sorpresa sobre el terreno y anunciara la paralización de la producción y la construcción de una fábrica en Chapayevsk destinada a la destrucción de este tipo de armamento.
"Acto positivo"
El jueves de esta misma semana, Nikolai Smidovitch, experto sobre armas químicas del Ministerio de Asuntos Exteriores soviético, reconocía el error de la Unión Soviética al no imitar la actitud de Estados Unidos en su "acto positivo" de suspender la producción de armas químicas en el año 1969.La Administración norteamericana, sin embargo, reanudó la fabricación, de acuerdo con los deseos de Ronald Reagan, en diciembre de 1987, menos de un año antes de que se produjera el giro radical pacifista del presidente norteamericano.
En el cambio de postura de Reagan pudieron influir las atrocidades de la guerra entre Irán e Irak, amplificadas por las imágenes horrendas que la televisión llevó a los hogares de todo el mundo, pero también la proliferación del armamento químico entre numerosos países del Tercer Mundo, para quienes constituye la mejor arma de disuasión frente. al poderío nuclear de las superpotencias.
Oficialmente, sólo Estados Unidos y la Unión Soviética poseen armas químicas. Sin embargo, el Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz (SIPRI), con base en Estocolmo, incluye entre los poseedores de este tipo de armas a otros siete países (Francia, Irak, Irán, Corea del Norte, Siria, Vietnam y Afganistán).
Otras fuentes, entre ellas el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), basado en la capital británica, añaden a la lista estos otros países: Reino Unido, Israel, Libia, Egipto, Arabia Saudí, China, India, Pakistán, Tailandia, Birmania, Corea del Sur, Taiwan, Camboya, Etiopía, África del Sur, Cuba y Chile.
Las discrepancias entre las diversas fuentes son lógicas por que es muy difícil establecer con exactitud qué es un arma químíca ,muchas de las cuales se fabrican con productos individualemente inofensivos, que se convierten en tóxicos sólo cuando se asocian.
Ésta es una de las dificultades que esperan a la conferencia que se inicia hoy en París y que está previsto que concluya con una que declaración política en la que se pretende dar un impulso a las negociaciones multilaterales (40 países) sobre la prohibición de las armas químicas que se desarrollan desde hace una decena de años en Ginebra.
La otra misión de los 143 países reunidos en la capital francesa es la de rearmar el Protocolo de Ginebra del año 1925, que prohíbe la utilización de armas químicas en caso de guerra, pero no su producción, ni obliga a la destrucción de las existentes. El protocolo ha sido ratificado en la actualidad por 110 naciones, incluyendo Irak incluido, uno de los países que, según muestran numerosas pruebas, las ha utilizado.
Conversaciones de Ginebra
Las negociaciones de Ginebra, que se desarrollan en el marco de la Conferencia de Desarme, han progresado en los dos últimos años desde la aceptación por parte del líder soviético, Mijail Gorbachov, de la posesión de armas químicas y de una serie de medidas de inspección.Sin embargo, las conversaciones se encuentran bloqueadas en espera de aclarar seis puntos: el campo exacto que debe abarcar la convención, los órganos para ponerla en práctica y las sanciones, la verificación, los plazos de destrucción de las armas almacenadas, las condiciones del desmantelamiento de las fábricas y la seguridad durante el período transitorio de 10 años que duraría la destrucción de las existencias.
La definición de las armas químicas y el problema de la verificación son las dificultades más importantes. La verificación total es imposible en este campo por la sencilla razón de que las sustancias químicas están compuestas por los productos llamados precursores, que sirven para componer agentes altamente tóxicos, pero que en cuanto tales son inofensivos. Los productos de base son, por otra parte, imprescindibles para la industria farmacéutica o para la del plástico.
La única solución sería la inspección de todas las industrias químicas y de los laboratorios farmacéuticos para controlar los productos susceptibles de ser utilizados para fabricar armas. Pero esta opción, aparte de imposible, implicaría una especie de legalización del espionaje industrial que los países europeos se niegan a aceptar.
En este sentido, los países europeos, y especialmente la República Federal de Alemania (RFA), han entrevisto un ataque contra la industria química europea en el trasfondo de las acusaciones de Estados Unidos de colaborar en la construcción de la fábrica libia Pharma- 150.
Problemas de verificación
Pese a los problemas derivados de la verificación, la prohibición universal de las armas químicas es una condición imprescindible para el éxito de la convención. El ministro de Asuntos Exteriores francés, Roland Dumas, interpreta la masiva asistencia a la conferencia de París como una voluntad favorable de la comunidad internacional, pero la realidad no es tan sencilla.Los países árabes, que figuran entre los productores de armas químicas, encabezan la reticencia del Tercer Mundo ante los planteamientos de las grandes potencias, que, argumentan, están más preocupadas por la proliferación de este tipo de armamento que por la posesión de la bomba atómica por Israel. Egipto y Jordania, abanderados de esta postura, son dos buenos aliados de Irak, el país que más ha utilizado en los últimos tiempos las armas químicas en su guerra con Irán. Pero, como ha recordado Dumas, la conferencia no será en ningún caso "un tribunal del pasado" y sus pretensiones se limitan a aprobar una declaración que está siendo elaborada por el Gobierno de Francia y que se basa en los puntos mencionados por Mitterrand en las Naciones Unidas: condena general del empleo de las armas químicas, reafirmación del protocolo de 1925, necesidad de adoptar una convención global y verificable que prohiba la producción y la proliferación, y apoyo al papel de las Naciones Unidas.
Algunos expertos son escépticos ante los resultados tanto de la conferencia de París como de las negociaciones de Ginebra, sobre todo después de que el empleo masivo de armas químicas por Irak ha sido un elemento decisivo para obligar a Irán a aceptar el alto el fuego. Este conflicto, según el IISS, ha actuado así de ejemplo para otras confrontaciones regionales en lugar de convertirse en un elemento disuasorio.
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