Su hombre en La Habana
Cuba celebra esta semana 30 años bajo Fidel Castro con un creciente aislamiento político. En una época en la que Moscú se despoja de las certidumbres del marxismo-leninismo, la obra de Castro se esfuerza en ser una isla estalinista al sol. Es más soviético que los mismos soviéticos. Se dice que Castro se enfadó ante la frase que pronunció Gorbachov en su discurso ante las Naciones Unidas: "No puede haber más sociedades cerradas". La perestroika, insiste, no es para Cuba, es una respuesta soviética a un error soviético. La economía cubana es muy dependiente de la Unión Soviética. Se cree que la ayuda alcanza los 5.000 millones de dólares al año. Mientras tanto, el Kremlin está cada vez más harto de los pobres resultados de la economía de Cuba. Se cree que sólo la vuelta de Gorbachov a la URSS tras el terremoto de Armenia impidió que el mensaje fuera transmitido en persona el mes pasado. De todas formas, los líderes soviéticos son precavidos. La lealtad de Castro es reconocida, al igual que el valor de Cuba como posición militar desde la que los soviéticos pueden espiar el interior de EE UU. La isla tiene un inmenso valor como sustituto de las operaciones soviéticas en América Central. No hay una oposición organizada en el interior del país. Castro ha enviado al exilio a sus disidentes. Es difícil predecir un cambio significativo mientras siga existiendo el hombre que se ve a sí mismo como el único heredero real de Lenin. 3 de enero
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