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Tribuna:LOS GASTOS MILITARES
Tribuna
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Los presupuestos de Defensa para 1989, un camino sin retorno

Los presupuestos de Defensa para 1989 que el Gobierno ha presentado al Congreso reafirman, ya definitivamente, la opción por una determinada concepción atlantista de la seguridad basada en el desarrollo de la tecnología militar como factor central de la política española de defensa.Si bien esta opción, a nivel teórico, ya había sido tomada hace unos años, hasta el presente no se refleja con claridad en los presupuestos presentados por el Gobierno, apuntalando lo que ya se dejaba entrever en los presupuestos pata 1988. Son varios los datos que avalan esta afirmación.

Digamos en primer lugar que el presupuesto del Ministerio de Defensa asciende a 817.913 millones de pesetas, incrementándose en un 7,3% en relación al del año anterior. En términos reales supone un aumento del 3,5%.

Pero el gasto militar no viene dado sólo por el Ministerio de Defensa. Hay que sumarle también el gasto de la Guardia Civil, las clases pasivas de carácter militar, los organismos autónomos militares, la cuota de la OTAN y el gasto que supone el mantenimiento de los objetores de conciencia. En total el gasto militar asciende para 1989 a la astronómica cifra de 1,2 billones de pesetas, equivalente al 2,9% del producto interior bruto.

Para darse una idea aproximada de la magnitud de este gasto digamos que es un 33% superior al presupuesto total que el Estado destina para prestaciones de desempleo o pensiones de invalidez, y es sólo un 30% inferior a la totalidad de pensiones por jubilación.

En los últimos cuatro años el presupuesto del Ministerio de Defensa ha aumentado en un 32,2%, similar al de las clases pasivas, pero inferior al crecimiento de la Dirección General de la Guardia Civil (+44,7%). El presupuesto de los organismos autónomos ha descendido en un 12%, pero en parte es debido a que algunas de las funciones de esto! organismos pasan a depender directamente del ministerio. En conjunto, el incremento de los gastos militares globales ha sido del 30,1 % para el período 1989-1985.

Más significativa es, con todo, la distribución del presupuesto del Ministerio de Defensa por capítulos. Este aumento cuatrienal general del 32,2% para el ministerio es debido a un pequeño crecimiento de los gastos por compra de bienes y servicios (+12,5%), un moderado aumento del gasto por remuneraciones de personal (+25,8%) y, lo que es más destacable, un impresionante aumento de las inversiones reales (+53%), es decir, de los gastos derivados fundamentalmente de la compra de armamentos.

Los salarios del personal militar representan todavía una parte importante del presupuesto (46,1 %), aunque con tendencia a ir descendiendo progresivamente. El objetivo es situar este capítulo hasta un porcentaje del 42%, con lo que el capítulo de inversiones en material bélico pasaría a ser el principal apartado de gastos; representa ya cerca del 40%, y podría subir hasta el 45% en los próximos años.

El análisis de los programas del presupuesto es igualmente orientativo. El gasto de las fuerzas operativas, que hace sólo cinco años significaba el 22% del presupuesto de Defensa, no sólo no ha crecido, sino que ha descendido en términos monetarios hasta representar tan sólo el 16% del presupuesto actual. Los gastos ole los programas de administración central, por el contrario, han ido aumentando año tras año, especialmente en el Ejército de Tierra y el órgano Central.

El programa de Potenciación y Modernización ha sido muy favorable para el Aire (+120% de aumento en el último cuatrienio) y para el órgano Central (+60%), mientras ha descendido lo presupuestado para el Ejército de Tierra y la Armada. A este programa es al que va a parar el mayor número de inversiones para la compra de armamentos. El programa de Apoyo Logístico el Material ha dado prioridad a la Armada (+136%), y en menor medida al Aire (+53%), disminuyendo lo asignado al Ejército de Tierra (-23,8%). Mención aparte merece el programa de Investigación, que comentaremos posteriormente.

El futuro que viene

Como hemos señalado, desde hace varios años son las inversiones en compra de armamentos lo que más destaca de los gastos militares. En 1989 se destinarán 332.252 millones de pesetas para este concepto, un presupuesto dos veces, y media superior al que el Estado dedicará para la infraestructura del transporte ferroviario y ocho veces superior al presupuesto de todo el Ministerio de Cultura.

De esta inversión militar, más de una tercera parte (124.086 millones) se realizará en el extranjero, para compra de armamento o como contribución a los programas de la OTAN en que España participa. Es significativo que los dos mayores proyectos de inversión militar previstos para 1989 se realicen en el exterior. Se trata de la compra de los aviones EF-18, que este año costarán más de 29.225 millones, y la investigación en aviones de combate (EFA), proyecto otanista que va a suponer la friolera de 115.276 millones de pesetas a pagar por, España, sólo en concepto de investigación, para el período 1989-1993.

La cuota correspondiente al año 1989 será nada menos que de 27.462 millones, esto es, lo mismo que todo el presupuesto previsto para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En mi opinión es, sencillamente, una muestra de las prioridades que el Gobierno ha establecido para el futuro de la investigación española. Estos dos programas de inversiones militares citados totalizan un presupuesto que supera también al programa de becas y ayudas a estudiantes (50.441 millones).

Buena parte de estos proyectos dependen de la OTAN, y son expresión de la decidida voluntad gubernamental de participar en el mayor número posible de programas militares europeos, sean o no vitales para la seguridad española. Se parte del principio, erróneo desde mi punto de vista, de que lo que no es vital para la defensa puede ser interesante para la industria y el desarrollo tecnológico nacionales, haciendo caso omiso a las advertencias cada vez más numerosas de economistas que señalan las deseconomías y los constreñimientos que produce en el conjunto del sistema productivo una dedicación excesiva hacia el sector militar.

En cualquier caso, los planes para el futuro señalados en el plan cuatrienal de Inversiones Públicas asustan al más valiente, porque junto a los 115.276 millones para la investigación de aviones de combate están previstos gastos de 61.250 millones en guerra electrónica para el período 1986-1994, 40.121 millones para investigación de misiles y cohetes (1989-1993), 44.125 millones para la producción de un carro de combate español (1988-1994), 36.670 para la adquisición de los nuevos cazas de los noventa (1989-1994) o 45.658 millones para la compra de aviones AWACS (1991-1994), amén de otros muchos proyectos multimillonarios.En total, en el cuatrienio comprendido entre los años 1989 y 1992 el Gobierno invertirá 1,5 billones de pesetas para la compra o investigación de nuevos materiales militares. Una inversión sin duda demasiado elevada como para que sea realizada sin conocer la opinión de toda la población española.

El ejercicio de 1988 cierra un período en los programas de investigación militar y abre las puertas a nuevos proyectos. Hasta 1984, los gastos en investigación militar no sobrepasaron nunca los 2.000 millones de pesetas anuales, lo que suponía no más del 0,4% del presupuesto del Ministerio de Defensa. Pero en 1985, y particularmente en 1986, empiezan a desarrollarse nuevos e importantes proyectos de I+D militar tanto para programas nacionales como multinacionales. En 1987, el gasto de I+D supera ya los 15.000 millones de pesetas, de los que 11.500 son inversiones, y en 1988 se alcanza la cifra total de 23.400 millones, de los que 18.400 son inversiones; ello supone ya el 2,8% del presupuesto del Ministerio de Defensa.

Una espiral sin fin

Para 1989, los presupuestos señalan un nuevo salto hacia adelante, hasta llegar a los 49.715 millones para investigación militar (entre el Estado y los organismos autónomos), un 78% superior al presupuesto del CSIC y casi igual a lo presupuestado para becas y ayudas a estudiantes...

Como ya hemos apuntado, la inversión estrella va a ser la de la investigación de aviones de combate (EFA), que se llevará 27.462 millones en inversión. Los otros 14.271 millones de inversión en investigación se repartirán en los proyectos de nuevos sistemas de armas (3.929 millones), misiles y cohetes (3.205), comunicaciones ,y guerra electrónica (1.711), etcétera, previéndose que en el año del V Centenario se rebasen los 60.000 millones sólo para inversiones de investigación militar.

Es importante señalar al respecto que un 94,2% del presupuesto de inversiones de esta investigación militar no se realizará en España, sino en el exterior, esto es, en proyectos armamentistas concebidos en el seno de la OTAN.

En una época como ésta en la que por fin se empieza a poner encima de la mesa europea la posibilidad y conveniencia de alcanzar pronto acuerdos sustanciales de desarme real en diversos campos, rompiendo el estrecho corsé del arms control, sorprende ver que un país como el nuestro se convierta, por mano de sus gobernantes, en paladín del nuevo rearme convencional europeo y en abanderado de las virtudes de la tecnología militar avanzada.

La paz militarizada es y ha sido siempre una paz light y una forma de ocultar la potencia de fuerzas destructivas y de dominación que operan a nivel ideológico, económico, político y militar, y la reconstrucción de una Europa política jamás podrá venir de la mano de un decadente sentido de la seguridad todavía basado en la capacidad militar de aniquilar a la Europa del Este. Esta extraña vía para llegar al desarme, la distensión y la paz podrá convencer a un reducido sector de tecnócratas atlantistas, pero continuará estrellándose ante la evidencia histórica y el sentido común más elemental.

Vicenç Fisas Armengol es investigador en temas de paz y defensa.

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