Pérez de Cuéllar recibe el Nobel de la Paz en nombre de los 'cascos azules' de la ONU
El secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, recibió ayer, en el aula magna de la universidad de Oslo y en presencia del rey de Noruega, Olaf, el Premio Nobel de la Paz, adjudicado este año a las fuerzas de paz de las Naciones Unidas.Egil Aarvik, presidente del Comité Nobel del Parlamento noruego, que integran cinco personalidades designadas por éste, hizo entrega del premio, destacando la importancia de la sacrificada misión que cumplen los voluntarios integrantes de las fuerzas de paz de la ONU, muchas veces con riesgo de su propia vida, en distintas partes conflictivas del mundo. Cansado y emocionado, pero visiblemente optimista, Pérez de Cuéllar dijo que el premio significa el reconocimiento de una tarea idealista y esforzada en favor de la paz.
Pérez de Cuéllar trazó un panorama moderadamente optimista de la situación mundial, enfatizando el concepto de que la preservación de la paz es una responsabilidad colectiva. Señaló algunos hechos recientes que son motivo de esperanza. Declaró sentirse may complacido del anuncio ante la Asamblea General de Naciones Unidas por el líder soviético, Mijail. Gorbachov, de reducir sus efectivos militares convencionales y consideró positiva la propuesta de que una fuerza de la ONU se establezca en Afganistán a efectos de controlar la marcha del proceso de paz en aquella región. Pérez de Cuéllar se refirió también en el curso de su visita a Oslo a la situación en Oriente Próximo, que considera ha evolucionado positivamente. El secretario general señaló que el papel de la ONU como instrumento idóneo para solucionar pacíficamente los conflictos entre países ha tenido últimamente un reconocimiento generalizado, y expresó su esperanza de que los círculos gobernantes de los diferentes países compartan esa opinión.
Mientras tanto, en Estocolmo se cumplió con el brillo habitual la ceremonia de entrega de los premios Nobel correspondientes a este año. En la Casa de Conciertos de Estocolmo, diez científicos y un escritor de lengua árabe, representado en la ocasión por sus hijas, recibieron de manos del rey de Suecia, Carlos Gustavo, los premios respectivos.
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