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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El negocio de la droga

LOS FUNDADOS indicios de que las ganancias de un importante narcotraficante hondureño, preso actualmente en Estados Unidos, están siendo invertidas en España a través de familiares, y amigos (ver EL PAÍS de ayer y hoy) muestran hasta qué punto están expeditas en nuestro país las vías de penetración del dinero de la droga. El caso denunciado viene a confirmar las sospechas de que una parte importante de las cuantiosas inversiones extranjeras que, sin los controles adecuados, se están realizando en España proviene de las redes de blanqueo del narcotráfico. Seguir la pista de esos canales, que utilizan instituciones bancarias y financieras perfectamente legales, no es tarea fácil, pero, en el supuesto que nos ocupa, la policía sigue los pasos de las personas implicadas desde hace varios años y sorprende que, a estas alturas, no haya actuado todavía el fiscal especial antidroga, creado precisamente para investigar el aprovechamiento económico en este criminal negocio.Los obstáculos legales y prácticos que dificultan la tarea de confiscar los bienes generados por el narcotráfico y de obstruir los conductos de blanqueo de los beneficios de este comercio ilegal no se dan sólo en España. No hace mucho el séptimo banco privado más importante del mundo, el Bank of Credit and Commerce International (BCCI), con sede en Luxemburgo, que cuenta con oficinas en 72 países, entre ellos España, ha sido acusado por el Gobierno de Estados Unidos de blanquear cerca de 4.000 millones de pesetas procedentes del tráfico de cocaína. El problema tiene, pues, una dimensión transnacional que se corresponde con el carácter mundial del negocio de la droga. Pero existen abundantes indicios de que España se ha convertido en los últimos años en zona preferente de la actividad económica de las mafias del narcotráfico. La presencia en nuestro país de Jorge Luis Ochoa y de otros narcotraficantes del colombiano cártel de Medellín en 1984 y los datos existentes sobre la entrada en zonas turísticas españolas de dinero sucio procedente de la droga son algunos hechosque abonan esta hipótesis.

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La permeabilidad de los circuitos económicos utilizados por el negocio de la droga y la impunidad con que se rentabilizan sus beneficios constituyen el desafio más irriportante al que se enfrentan los Estados en su lucha contra el narcotráfico. El dinero que mueve el tráfico de droga en el mundo sobrepasa anualmente los 300.000 millones de dólares (42 billones de pesetas), según cifras expuestas en la conferencia de ministros de Justicia celebrada en Oslo en junio de 1986. Sólo en España se calcula que este negocio ilegal alcanza un volumen que oscila cada año entre los 250.000 y los 500.000 millones de pesetas.

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Mientras los Estados se revelen incapaces de romper el espeso muro que protege este inmenso mercado y llegar al sanctasanctórum en que se esconden quienes lo promueven, sus políticas actuales tendentes a cargar la mano sobre el consumidor no son sino manifestaciones de la tremenda hipocresía que los poderes públicos, y no sólo ellos, manifiestan en la lucha contra el sucio mundo de la droga. Es cierto que la reducción de la demanda es vital, pero este objetivo puede tener más que ver con políticas educativas y sanitarias de prevención sobre la nocividad de las drogas que con la mera represión penal del consumidor. Nada se avanzará, sin embargo, si no se ponen en pie los mecanismos legales, tanto en el ámbito nacional como internacional, que permitan aproximar la lucha contra la diroga a lo que es realmente el origen y la principal razón de existencia del problema: una formidable red de intereses económicos transnacionales capaz de comprar a personas, instituciones y hasta gobiernos.

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