El cuerpo de Cristina sigue en Buenos Aires

El cadáver de Cristina Onassis, fallecida a los 37 años el pasado sábado en las cercanías de Buenos Aires, continuaba ayer en la capital argentina y había discrepancias sobre cuándo las autoridades judiciales autorizarían su traslado a Grecia. Algunas fuentes señalaban el día de hoy como posible, pero otras apuntaban a que la justicia podría todavía retener el cuerpo hasta el resultado definitivo del examen de las vísceras, que se demorará "varios días", según el juez federal Alberto Piotti.

El juez instructor de la capital, Juan Carlos Cardinali, consideraba que el cadáver podría salir del país, porque permanecerán en Argentina las vísceras necesarias para los exámenes toxicológicos. Estos estudios deben determinar la causa del edema pulmonar agudo que produjo la muerte de la multimillonaria griega.A pesar de la postura favorable a permitir la salida del cadáver por parte del juez instructor, y también del federal Piotti, quedaba pendiente la decisión del juzgado de San Isidro, competente también en el caso por tener jurisdicción sobre la zona del Club Country Tortuguitas, donde Cristina pasó su última noche.

Los médicos realizan exámenes químicos, histológicos, sanguíneos y toxocológicos para determinar si alguna droga intervino en la muerte.

El velatorio de la multimillonaria concluyó en el arzobispado de la iglesia ortodoxa griega. Ayer por la mañana estaba en marcha la construcción de un féretro especial para el traslado, hacia su destino final en la isla Skorpios, en Grecia. Antes de la clausura del velatorio, visitó el lugar el último marido de Cristina y padre de su única hija, el francés Thierry Roussel. A la salida, acosado por los periodistas, Roussel les pidió que conservasen la compostura. Rodeado de guardaespaldas y en medio de empujones, Roussel salió en dirección opuesta a donde estaba su coche. Esto provocó que todos acabasen con sus pies enfangados en el barro.

La emisora de Buenos Aires Radio Mitre recogió ayer las declaraciones del médico colombiano Arturo Granadillos, el primero que atendió a la fallecida. Según él, los inquilinos de la casa le increparon por las preguntas que hacía sobre cómo se había producido la muerte. Añadió el médico que vio la bañera vacía y la muerta tenía el cabello mojado.