Dubcek, en Italia
El primer viaje de Alexander Dubcek, el conocido líder de la primavera de Praga, al extranjero, a Occidente -por primera vez en 19 años-, plantea necesariamente un interrogante: ¿significa esto que la. perestroika empieza a imponerse también en Checoslovaquia? Es positivo, sin duda, que Dubcek haya obtenido el permiso de salida para este viaje, invitado por la renombrada universidad de Bolonia, que le ha concedido el título de doctor honoris causa en Ciencias Políticas. Pero, por desgracia, esto no puede ocultar la situación real: el desarrollo de los acontecimientos en Checoslovaquia va en dirección contraria a las reformas políticas y económicas de Gorbachov en la URSS y también, por ejemplo, a las de Hungría y Polonia.Mientras Dubeck obtenía este privilegio -debido a su fama en todo el mundo y a la presión de la opinión pública italiana, en particular a la del Partido Comunista de Italia-, miles de ciudadanos no pueden viajar porque están en la lista negra: en las cárceles hay presos políticos, y la policía reprime brutalmente la pacífica manifestación del 28 de octubre -día del 70ª aniversario de la República checoslovaca- y persigue en estos últimos días a decenas de intelectuales que pretendían reunirse con historiadores occidentales para discutir conjuntamente acerca del papel de Checoslovaquia en Europa. Contra el propio Dubcek y sus colaboradores se desata en la Prensa oficial una campaña que recuerda, por su terminología, los peores años del terror estalinista.
El actual núcleo duro del Partido Comunista de Checoslovaquia, situado en él poder por Breznev hace 19 años mediante una intervención militar, ha fortalecido su poder en la última reunión del Comité Central, al desembarazarse del presidente del Gobierno, Strougal, y del ministro de Exteriores, Clinoupek, que coqueteaba con la perestroika soviética, y ha puesto de manifiesto que en Checoslovaquia se puede emprender una reforma económica limitada, pero sin glasnost y sin democratización. Esta dirección rechaza el diálogo con la oposición y la opinión pública, porque es consciente de su impopularidad entre los ciudadanos y tiene miedo de cualquier cambio que permita a esos ciudadanos expresar su verdadera opinión. Por eso se niega también a reconocer que la primavera de Praga fue la precursora de la perestroika y que el socialismo de "rostro humano" de Dubcek se parece mucho al nuevo "pensamiento político" de Gorbachov, y que, por tanto, el aliado actual de Gorbachov es más bien Dubcek y no Jakes, Bilak o Husak. Y aunque hablan de Dubcek como de un "cadáver político", le tienen miedo porque no olvidan que, cuando se producen situaciones dramáticas en Europa oriental, Moscú puede buscar la salvación en las personalidades políticas que fueron víctimas de persecuciones, pero conservaron su autoridad moral, como sucedió con Gomulka en Polonia y con Kadar en Hungría, en 1956.
Pero no es sólo la dirección praguense del Partido Comunista de Checoslovaquia, sino también la dirección soviética encabezada por Gorbachov,la que tiene una gran deuda con Dubcek y con el pueblo checoslovaco.
La dirección soviética no aprovechó la oportunidad del 20º aniversario de la intervención contra la prúnavera de Praga para saldar sus cuentas con el pasado brezneviano. Por el contrario, a pesar de las voces de numerosos intelectuales soviéticos que pedían una rehabilitación de la primavera, los portavoces oficiales de Moscú (la agencia Tass y el director de la agencia Novosti) defendieron esta intervención con los núsmos argumentos insostenibles de hace 20 años. Gorbachov, por su parte, permaneció en silencio, pero ya antes había manifestado, en una entrevista con el periódico comunista L'Unitá, su opinión acerca de que la interpretación de los acontecimientos de 1968 es «una cuestión interna de los comunistas checoslovacos". Como si olvidase que no fueron los comunistas checoslovacos quienes enviaron a este país aliado miles de tanques y un Ejército de medio millón de soldados para ahogar la "renovación del socialismo". Y no es sólo eso: fue el propio Breznev,quien intervino personalmente el 13 de abril de 1969 para que Alexander Dubcek fuese desplazado del cargo de primer secretario del Partido Comunista de Checoslovaquia. Esta novedad sensacional la descubrió el número dos del régimen checoslovaco, Vasil Bilak, secretario del Comité Central del partido comunista para asuntos internacionales, en sus memorias, que aún no han sido publicadas en Praga, pero que pasan de mano en mano entre los funcionarios del partido. Bilak revelé que el 13 de abril de 1969 Gustav Husak se reunió en secreto en Mukachevo (en la Ucrania soviética) con Breznev, quien decidió la "muerte política" de Dubcek.
¿No hay motivos suficientes para pedirle a Gorbachov, que se comprometió a liquidar las .páginas en blanco" de la historia soviética y que tiene el coraje de rehabilitar no sólo a las víctimas muertas del estalinismo, sino también a los disidentes vivos, como el académico Sajarov, que reconozca también esta parte de responsabilidad soviética por la tragedia de Dubcek y del pueblo checoslovaco?, La credibilidad de los cambios en la URSS será valorada también por la forma en que la URSS asuma su papel en los trágicos acontecimentos de 1968. Mientras esto no ocurra, Dubcek seguirá siendo para la dirección soviética un vivo reproche.
Alexander Dubcek no es sólo el símbolo de la primavera de Praga, sino también de la tragedia que se produjo tras la invasión: 468.000 comunistas expulsados del partido comunista - y otros cientos de miles de ciudadanos privados de su puesto de trabajo, eliminados de la vida pública, en el, mayor apartheid político de Europa; cientos de escritores a los que se prohibe publicar en su propio país; procesos políticos y condenas a prisión por delitos de opinión. Dubcek y quienes lo apoyaron son calificados de "criminales" y "traidores" sin que puedan defenderse. Algunos le reprochan. a Dubcek que no se haya convertido en el Walesa checoslovaco y no se haya.puesto al frente de la oposición. Pero Dubcek ha luchado contra todo esto con su digno silencio, con su rechazo a todas las presiones para que traicionara el legado de la primavera de Praga; ha permanecido fiel a sus ideales y ha polemizado contra las falseda-. des mediante sus cartas y sus entrevistas. De este modo, sigue siendo el símbolo de la esperanza en un futuro mejor y del rechazo al régimen de la normalización, como lo confirman las manifestaciones espontáneas de los ciudadanos, en particular de los jóvenes, el 21 de agosto y el 28 de octubre, cuando volvió a oírse en las calleste Praga: "¡Viva Dubcek!".
Poco antes de su viaje a Italia, Dubcek manifestó que aceptaba la decisión de la universidad de Bolonia como un honor que le correspondía no sólo a él, sino también a los cientos de miles de ciudadanos expulsados y discriminados, a todos los perseguidos y a quienes se vieron obligados al exilio.
La primavera de Praga forma ya parte, indudablemente, de la historia, pero el viento de los cambios sopla hoy por toda Europa central y oriental. Éste es un mérito que también le corresponde a Alexander Dubcek. Por ello merece no sólo el honor de este título honoris causa, sino también el respeto de todos los que se esfuerzan por lograr una Europa democrática y libre.
Traducción: Fernando Valenzuela.
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