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LA SUCESIÓN DE REAGAN

Quayle, más ligero que el aire

Francisco G. Basterra

Si Bush representa en cierta medida una incógnita, su vicepresidente, Dan Quayle (41 años que parecen 16), no existe. El próximo vicepresidente es guapo, rico, y presenta unas credenciales derechistas que le convierten en la esperanza de los ultraconservadores, que dudan de la fidelidad ideológica de Bush a la causa y desean proseguir la cruzada de Reagan. Quayle, mal estudiante, halcón en temas de política exterior y defensa, con fama de frívolo, provocó un escándalo cuando se supo que había utilizado la influencia de su poderosa familia (propietaria de varios periódicos en Indiana y Arizona) para no combatir en Vietnam. Hasta ahora nadie se había tomado en serio a este político, que parece ser más ligero que el aire.

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Bush, el hombre que hasta ayer lo había sido casi todo
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