'Carlos III y la ilustración', una auténtica conmemoración del centenario del monarca
Hoy se inaugura en el Palacio de Velázquez de Madrid una exposición que después irá a Barcelona
Setecientas piezas, entre las que hay cuadros, esculturas, dibujos, grabados, libros, instrumentos musicales y científicos, armas, mobiliario, vestidos, tapices, porcelanas, vidrios, se exponen desde hoy y hasta el 20 de enero de 1989 en el Palacio de Velázquez, del madrileño parque del Retiro. La exposición Carlos III y la Ilustración, muestra itinerante que posteriormente será exhibida en el palacio de Pedralbes, de Barcelona, durante los meses de febrero y marzo, se enmarca dentro del vasto programa de conmemoraciones que celebra el segundo centenario de la muerte de Carlos III.
Dentro de este programa conmemorativo es lógico que las exposiciones ocupen un lugar privilegiado, aunque sólo sea por su dimensión espectacular, pero hay que saber distinguir, en función de lo que hasta ahora hemos podido contemplar al respecto, entre las que aprovechan la celebración para apuntarse a ella con calzador, y las que realmente apuntan directamente al objetivo propuesto.Ubicada fisicamente muy cerca de la que da pie a ese comentario, la que se acaba de inaugurar en el palacio de Velázquez, hay otra también dedicada nominalmente a nuestro monarca ilustrado, sita bajo una espectacular carpa que ocupa una buena parte del paseo de Coches del Retiro, pero esta última, a pesar de su título, que hace referencia al progreso científico en la época de Carlos III, está dedicada a un recorrido histórico sobre los avances científicos y técnicos en España desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta la actualidad como si un hilo ideológico invisible uniera las reformas de la Ilustración española con las reformas programadas por el actual Gobierno. Sin meterme a juzgar aquí el contenido y la presentación material de esta exposición didáctica, creo que es un magnífico ejemplo de ese aprovechamiento ideológico oportunista del acontecimiento.
Rigor y brillantez
No lo es, sin embargo, en absoluto Carlos III y la Ilustración, que contiene lo que promete su convocatoria y lo hace, además, con rigor y brillantez encomiables. Realizada bajo la responsabilidad científica de María del Carmen Iglesias, que ha actuado como comisaria, y con un montaje del Equipo Diseño, que ha puesto a prueba sus habilidades para ordenar un material extraordinariamente delicado y diverso que trata de reconstruir lo que fue el espíritu reformista promovido por la Ilustración durante el reinado de Carlos III, no olvidándose de su proyección americana.Dividida en varios apartados o ámbitos diferentes, en cada uno de los cuales se recogen las etapas más significativas de la vida del monarca, así como las cuestiones más palpitantes de su gobierno ilustrado, se intercalan las piezas artísticas de máxima calidad con las de valor documental. En cualquier caso, se aprecia el cuidado por seleccionar lo mejor y, en este sentido, hay que destacar la importancia de los cuadros obtenidos, verdaderamente sorprendente para lo que se suele estilar en este tipo de exposiciones. No es ya sólo que, como era de esperar, haya una nutrida representación de Goya, sino el valor y la rareza de algunos de sus cuadros, que antes sólo habían podido ser vistos en público excepcionalmente. Entre ellos, a guisa de ejemplo, permítaseme destacar un retrato del propio Carlos III cazador (1786-1788), perteneciente a una colección particular, que es una de las dos versiones mejores de este tema entre las cinco que se conservan y, desde luego, superior a la del Museo del Prado, además de La conducción de una piedra (La construcción), procedente de la serie de la Alameda de Osuna, que perteneció a la colección Romanones y actualmente a una colección privada de Barcelona, y el retrato de cuerpo entero de Jovellanos (17841785), también en manos privadas catalanas.
Junto a Goya, nos encontramos con obras relevantes de los mejores pintores españoles del momento, desde Paret, Meléndez, Carnicero, Quirós, Castillo, De la Cruz, etcétera, hasta los Bayeu, así como los muchos y muy importantes pintores extranjeros, como Hotíasse, Ranc, De la Traverse, Van Loo, Solimena, Joli, Bonito, G. D. Tiépolo, A. R. Mengs, etcétera.
Se comprenderá a tenor de lo citado, que el resto de los objetos no baja de esta misma altura, y de esta manera, desde un Stradivarius hasta el muestrario más excelso de productos de las Reales Fábricas, en esta exposición no sólo se cumple realmente con la conmemoración, sino que se ha hecho excelentemente, sin regatear nada. Por último, hay que señalar que con ella se inauguran las nuevas instalaciones de aire acondicionado para el palacio de Velázquez, algo, desde luego, necesario, aunque su incidencia en la estructura del edificio está aún por evaluar.
Más información en el suplemento Carlos III
Babelia
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