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"Dame los Ientes"

P. S. Uno de los poemas inéditos de Pessoa que se exhibirán a partir del lunes, dice, en traducción literal del inglés: "¿Qué es la fama tras la muerte? / Una vida que no es vida, querido muchacho, /Una vida que vivimos y aún no podemos disfrutar, / Un nombre escrito en la esquina de una calle, / Un busto que podemos quebrar bajo los pies, / Una brisa que un fuerte viento hace olvidar: / Eso es lo que la fama tras la muerte. Malditos quienes se impacienten / por alcanzarla; y aquellos que mueren por ella / se matan a sí mismos dos veces, Marino. Ahora escucha..."

De alguna manera Pessoa intuyó que se iba a morir, pese a contar sólo con 47 años, porque en sus últimos meses intentó poner orden en sus papeles y pensó incluso en la posibilidad de publicar su cuantiosa obra inédita. Sus notas revelan que se sentía ya muy seguro del valor de sus escritos -esa fue una de sus más tempranas certezas- y en tanto que la poesía firmada por los heterónimos disminuye, la firmada por Pessoa aumenta. Ese año de 1935 tiene una producción voluminosa. El poeta desea también terminar con su trabajo simultáneo en varias oficinas, que le obliga a un permanente nomadismo de tranvía y restaurante, y busca un empleo más sosegado. Se presenta a un concurso para bibliotecario pero su expediente es peculiar y sus observaciones, impertinentes en exceso.

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El poeta que sí existió

El último acto público de Pessoa fue una célebre defensa de las sociedades secretas, tras las primeras persecuciones lanzadas por los albores de la dictadura salazarista. La primera sociedad secreta, venía a decir Pessoa con el humor de su juventud, es el consejo de ministros. Su artículo fue reeditado por manos anónimas y circuló por todo Portugal.

Al final vivía solo. Su hermana había instruido a un jardinero para que informara de cualquier anormalidad: no mucho antes habían tenido que forzar la puerta de su casa para auxiliar al poeta, víctima de un ataque de delirium tremens a causa del alcohol. Eso fue lo que le mató, bajo la forma de una cirrosis hepática.

Dos días antes de su muerte, el 30 de noviembre de 1935, sus amigos de la tertulia le encontraron en el café Martinho da Arcada con la gabardina muy sucia y una risa extrañamente nerviosa, cuenta Crespo. El día 28 enfermó y hubo que llamar al médico. En cierto momento del 29 escribió en inglés: "No sé lo que traerá el mañana". El 30, justo antes de morir, quizá con la angustia de la neblina, pidió: "Dame los lentes".

Hace cincuenta años su tumba fue trasladada al monasterio de los Jerónimos, junto a las de Vasco de Gama y Camoens. En ella figura el nombre de Pessoa y también los de Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de Campos.

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