La saga de los Errando
Javier Errando Mariscal se trasladó a Barcelona a principios de la década de los setenta. En esta ciudad ha desarrollado la mayor parte de su original trabajo creativo. Pero no venía de la nada. Procedía de un ambiente familiar y vital de la ciudad de Valencia, entonces en plena efervescencia, que ha cuajado, con el tiempo, en toda una generación de dibujantes, diseñadores, artistas e intelectuales."Era una familia de la burguesía urbana de Valencia especialmente proclive a la cultura", explica Marc Granell, escritor y director literario de la colección de poesía de la editorial Gregal, que frecuentó en aquella época el peculiar ambiente de la casa de los Errando, en la céntrica calle de Jorge Juan, un auténtico foco de reunión de jóvenes con preocupaciones culturales, políticas y vitales.
Un total de 11 hermanos, de los que viven 10, constituyen la amplia familia Errando. Su padre era un conocido médico de la ciudad, de origen castellonense, ex concejal del Ayuntamiento de Valencia durante el franquismo, y su madre, una aragonesa con raíces en Caspe.
El espíritu liberal y la afición cultural del doctor Enrique Errando, en cuyo domicilio se celebraban tertulias durante los años cincuenta y sesenta a las que acudían habitualmente artistas como Pedro de Valencia, Francisco Lozano o Joaquín Michavila, y por la que pasaban, cuando visitaban la ciudad, personajes de la talla de Ataulfo Argenta o Narciso Yepes, tiene mucho que ver con el hecho de que no existe un Errando que no haya destacado en algún campo de la creación artística.
Costumbres familiares
El doctor Errando disponía de una considerable biblioteca y coleccionaba ediciones del Quijote. La lectura, en un domicilio donde nunca entró la televisión, era una costumbre para todos los miembros de la familia, la mayoría de los cuales dedica actualmente sus esfuerzos a una conocida empresa de ropa de moda.
Enrique, médico y ecólogo; Pepe, también médico y magnífico guitarrista flamenco; Xavi, a quien todos conocemos como Mariscal; Carlos, fotógrafo; Nacho, animador del cómic, la literatura y el cine independiente de los años setenta en Valencia; los gemelos Santi y Jorge; Pedro, diseñador de moda; Tono, bailarín; y Ada, la única chica y "la banquera de toda la familia", según la expresión de Nacho Errando, porque siempre podían recurrir a ella los otros hermanos; integran esta amplia y peculiar familia.
"Pasábamos con enorme facilidad de leer una comedia griega a un tebeo", explica Nacho Errando, que recuerda cómo los cómics europeos y norteamericanos jugaron un papel fundamental en su formación, desde Tintin a Flash Gordón.
En casa de los Errando se reunían escritores como José Luis Falcó, José María Izquierdo, Santiago Muñoz, Marc Granel¡ o Josep Piera; dibujantes de lo que después ha constituido la flor y nata de la llamada escuela valenciana del cómic: Sento Llobell, Quique Micharmut, Daniel Torres, Mique Beltran; pioneros del movimiento de objeción de conciencia como el mítico Pepe Beúnza; y hasta dormían alguna noche cantantes de la caneó como Pau Riba o Jaume Sisa.
Primeros tebeos
El propio Nacho Errando, en las interminables sesiones de charla con Sento, Micharmut y otros dibujantes que empezaban, fue el promotor de Els tebeus del cingle, una publicación de cómics que alcanzó los cinco números y supuso una de las primeras plataformas de expresión -con el aire underground característico de la época- para un núcleo de dibujantes que el tiempo ha convertido en sólidos valores de la historieta gráfica europea.
"Alrededor de nuestra casa surgieron cantidad de proyectos", explica Nacho, "aquello era un bullir de gente tremendo".
El papel que Xavi Mariscal jugó a partir de su marcha a Barcelona fue el de una referencia, un puente con todo lo moderno. "Tenía una actitud", recuerda Marc Granell, "de distancia hacia la extrema politización de la época, que entonces nos chocaba y que era, en realidad, una expresión de su interés por la libertad de la creación y la atención a todo lo moderno".
"Xavi se atrevió el primero a irse y a vivir independiente", dice su hermano Nacho. "Los años setenta fueron duros para él en Barcelona aunque, ahora, al explicarlo, da una imagen amable de su vida".
Babelia
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