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LA NIÑA PRECOZ DE LA HISTORIETA

Menores de edad, mayores de mente

Puede parecer que una historieta con personajes infantiles sugiere de por sí un público lector con análoga edad. Pero abundan los ejemplos en contra de tal suposición, y algunos significan además auténticos hitos en la historia de los cómics. Recordemos The Katzenjammer kitis, donde un estrafalario grupo para familiar ha sido dinamitado de manera contumaz por un par de díscolos e imaginativos gemelos; la serie, publicada desde 1897 en los suplementos dominicales de los periódicos norteamericanos y con tiempos de gloria entre 1915 y 1949 (cuando la realizaba Harold Knerr), se arrastra hoy hacia la culminación de 100 años de vida.Existe una línea histórica que conduce desde otra gran obra de protagonismo infantil, Skippy, nacida en los años veinte, hasta Mafalda. El personaje principal de Skippy mostraba con frecuencia mentalidad adulta, especialmente en lo que se refería a una considerable escasez de ingenuidad. La primera versión cinematográfica, en 1931, obtuvo tres nominaciones para los oscars (en las categorías de filme, guión y actor) y el galardón al mejor director.Fue precisamente Skippy la serie que inspiró a Charles Schulz, muchos años después, la creación de Peanuts, con un abanico de personajes entre los que destacan Charlie Brown y el perro pensante Snoopy. Aunque Schulz renunció a internarse en las altas esferas de formulación gráfica implantadas por Percy Crosby (el autor de Skippy), sí prolongó, y con renovada eficacia, la inserción de la psicología adulta en la infancia.

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Modelos norteamericanos

Al principio de la década de los sesenta, 10 años después de la puesta en marcha de Peanuts, una empresa argentina de electrodomésticos encargó al dibujante Quino, con objetivos publicitarios, unas historietas similares a las de Schulz. Y pese a que siempre se ha dicho que Mafalda tomaba como modelo a Peanuts, aquella empresa consideró que el dibujante no se ajustaba suficientemente al patrón elegido. Cuando Mafalda se estrenó, el 29 de septiembre de 1964, en el semanario bonaerense Primera Plana, podíase advertir que la visualización tenía puntos de contacto con otras series norteamericanas para la Prensa: concretamente, Nancy, cuya niña protagonista era en lo gráfico el precedente directo de la criatura femenina de Quino, y Dennis the Menace, conocida en el mundo hispanohablante como Daniel el Travieso y referida en buena parte a los problemas que el niño del título causaba a sus progenitores.

Por otro lado, Mafalda se distanciaba notoriamente de Peanuts en cuanto a la presencia de personajes adultos; a lo largo de la obra de Schulz, éstos sólo eran mencionados, sin que se les viera fisicamente, mientras que aparecían en las viñetas de Quino.

Los diálogos de Mafalda con su padre, y sobre todo con su madre, ponían a la luz las contradicciones de los mayores de edad y de la sociedad en la que se integraban.

La niña, mediante sus preguntas y comentarios de carácter insólito, constituía el detonante de situaciones y anécdotas que llevaban implícita una reflexión crítica en torno a la actualidad. Además, los otros personajes infantiles se comportaban a modo de reflejos paródicos del mundo adulto, con mucha mayor obviedad del fenómeno que en Peanuts.

En lo que más se pareció Mafalda a la obra de Schulz fue en su forma, materializada por tiras autoconclusivas desde que en marzo de 1965 la serie halló cobijo en el diario El Mundo.

Universo global

Los procedimientos narrativos de Quino para la tira cotidiana de Mafalda no derivaban únicamente de Peanuts, sino también del universo global de las tiras diarias que la prensa norteamericana publicaba desde muchos años atrás. La casi nula difusión de estas últimas obras en España, conjugada con la popularidad hispánica de Peanuts y Mafalda, ha contribuido a que se exagerasen las similitudes entre ambas series.

Cuando Mafalda había alcanzado el apogeo en resonancia pública, su autor se cansó del personaje y decidió clausurarlo. A finales de 1972 ya manifestó que confiaba en la rentabilidad de los dibujos animados de la niña para despedirse de la serie. "Los días más felices los pasé cuando no tuve que dibujarla", añadió. Y en 1974 dejó de existir el peculiar mierocosmos de la lúcida impertinente.

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