_
_
_
_

El enigma de la participación árabe

Si los palestinos votaran masivamente en las elecciones israelíes podrían modificar el resultado final

Ángeles Espinosa

ÁNGELES ESPINOSA, ENVIADA ESPECIAL, Son unos 300.000 electores, y eso se traduce en 12 posibles escaños de los 120 que tiene la Kneset (Parlamento). Sin embargo, la tradición abstencionista de los palestinos con ciudadanía israelí ha supuesto una ausencia casi total de representación. Primero fue el temor al Shin Bet (servicios secretos interiores); luego, la falta de confianza en el sistema. Siempre, la inexistencia de un partido que les representara.

Más información
La papeleta de Mansur

Un elemento nuevo puede cambiar esta situación en la próxima legislatura: el llamamiento de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) para que los israelíes, tanto árabes como judíos, voten por los partidos que defienden la paz.Si los palestinos siguieran masivamente la recomendación, su fuerza parlamentaria, igual a la que las encuestas atribuyen a los partidos religiosos, podría negociar el resultado final de las legislativas israelíes.

"No hay que hacerse ilusiones", matiza un intelectual palestino a EL PAÍS. "El análisis es correcto desde el punto de vista teórico, pero en la práctica no existe ningún partido capaz de aglutinar el voto árabe". Y he aquí otro de los elementos en consideración: la dispersión de los escasos votantes. Tradicionalmente sólo el partido comunista (Rakaj) defendía los derechos de los palestinos, pero como desde su creación, en 1948, el Estado de Israel colocó a este sector de la población bajo la Administración militar, el temor al Shin Bet que los controlaba, impidió su apoyo masivo.

Tras el levantamiento de las restricciones de desplazamiento en 1965, la situación, desde ese punto de vista de la participación política, ha ido mejorando en los últimos 20 años, según reconocen fuentes palestinas moderadas. Así, nuevos partidos como el Mapam (socialista), Ratz (Comité por los Derechos de los Ciudadanos, CDC) e incluso los laboristas han ido preocupándose progresivamente por la situación de los ciudadanos palestinos. No obstante, la legislación israelí prohíbe la creación de un partido árabe de carácter nacionalista.

12% de participación

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Ello motiva la creación del movimiento Ibria al Balad (Hijos del Pueblo), próximo a Al Fatah -el grupo mayoritario de la OLP-, que lucha por un Estado democrático y, en su ausencia, pide que no se vote. Sólo un 12% de los palestinos israelíes acudió a las urnas en 1984.

En estas circunstancias, la única posibilidad de expresión política para los palestinos israelíes viene de la mano de un partido mixto en el que los judíos actúen como paraguas de la componente árabe. Se forma así el Frente Democrático por la Paz y la Igualdad, más conocido por sus siglas en hebreo: Hasash. Este frente es en realidad una coalición entre los comunistas (Rakaj) y los palestinos, que aun sin identificarse totalmente con su ideología apoyan, sin embargo, sus propuestas de igualdad para árabes y judíos y su política de devolución de los territorios. Los comunistas reconocen que sólo gracias al voto árabe pueden llevar a alguno de sus hombres al Parlamento. Algo similar sucede con la Lista Progresista por la Paz (LPP), que en las anteriores elecciones tuvo dos escaños.

En los últimos meses, y precisamente a raíz de la intifada o levantamiento palestino en los territorios ocupados, ha surgido una nueva formación, el Partido Árabe Democrático. De todas formas, la controversia generada en torno a su fundador, el ex parlamentario laborista Abdeluahab Rausha, y sus posibles acuerdos secretos con el Partido Laborista, le han hecho perder credibilidad ante gran parte de los votantes árabes. La mayoría de los votos se repartirán, pues, en la izquierda, entre Hasdash y la LPP. Ahora bien, la medida en que los palestinos van a participar y la influencia que sobre ellos va a tener el llamamiento de la OLP continúan siendo un enigma.

La idea de que "un voto árabe es un voto menos para el Likud" parece haberse extendido en medios cercanos a la OLP, cuyos dirigentes, si bien oficialmente no hacen diferencias entre el Likud y el Partido Laborista, manifiestan en privado su esperanza de que triunfe este último. De hecho, los recientes movimientos políticos de la Central Palestina (cumbre de Aqaba y llamamiento al voto) van en ese sentido. Pese a que el líder laborista, Simón Peres, ha negado la influencia sobre la campaña electoral de las recientes declaraciones de los asistentes a la cumbre, su rival, el primer ministro conservador, Isaac Shamir, no es de la misma opinión. El máximo dirigente del Likud se enfadó por las palabras del rey Hussein, que calificó de "grave injerencia en los asuntos internos de Israel".

Dispersión del voto

Uno de los muchachos palestinos que por tener ciudadanía israelí podrá votar el próximo martes desconfía de que el llamamiento al voto de la OLP vaya a tener un gran efecto. "De producirse un incremento en la participación palestina, éste se deberá más bien a la evolución de los últimos años, que ha hecho que los partidos israelíes, especialmente los de izquierdas, empiecen a preocuparse de nuestros votos y a hablar de la igualdad de derechos y del fin de la ocupación", asegura convencido.

A la pregunta de si no considera perjudicial la previsible dispersión del voto árabe entre distintos grupos, el joven interlocutor aduce que se trata de "una muestra de comportamiento electoral saludable". "Eso es lo que suele pasar en las democracias, ¿no? Además, tampoco resulta tan contradictorio, puesto que casi todos los votos van en la misma línea", concluye.

En todo caso, la presencia electoral de los palestinos en estos comicios israelíes no va a fimitarse exclusivamente a su asistencia o no a las urnas. El futuro de los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania, tras 10 meses de levantamiento palestino, ha constituido el tema central de la mayoría de los mítines.

La campaña electoral se ha desarrollado al ritmo de la intifada, un fenómeno que, cuando menos, ha causado desasosiego en la sociedad israelí y ha hecho ver a muchos de sus miembros la necesidad de un cambio en sus relaciones con los palestinos. Por primera vez en 21 años de ocupación, los cerca de dos millones de habitantes de Gaza y Cisjordania, que carecen de derecho al voto, se han interesado por estas elecciones, aunque sus opiniones sobre los resultados más convenientes sean absolutamente contradictorias.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_