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REVILLA, LIBERADO

La presión policial provocó la negociación más larga

EMMA ROIG, La negociación para que ETA recibiese el rescate por la liberación de Emiliano Revilla ha sido la más larga y compleja de la historia de los secuestros de la organización armada. La policía, que no logró encontrar al comando a pesar de las innumerables redadas, centró su labor en presionar a los intermediarios de la familia y de la banda terrorista. Esta presión obligó a los Revilla a realizar múltiples y laboriosos contactos para lograr la libertad del industrial. El Gobierno, con el apoyo de los principales partidos, siempre intentó impedir cualquier pago a los etarras. Logró interceptar dos entregas, una de 725 milones y otra de 100.

El 25 de febrero, al día siguiente del secuestro, los Revilla iniciaron un aprendizaje forzoso para concluir cuanto antes la retención. La familia extendió primero redes para que ETA se pusiera en contacto con ellos. También se comunicaron la mayor parte de los empresarios secuestrados en los últimos años.El primer contacto tuvo lugar un mes después del secuestro, aunque la familia ya había recibido el 26 de febrero una llamada telefónica en su domicilio en la que una grabación repetía tres veces consecutivas: "Gora Euskadi. El secuestro es simplemente por motivos económicos". La policía no concedió credibilidad a esta comunicación. Un día después, France Presse recibía la reivindicación etarra.

En un primer rnomento, ETA pidió, al parecer, 1000 millones de pesetas. La farnilia ya sabía entonces que de, esta primera cifra, se paga finalmente entre el 60% y el 70%. Reclamaron una prueba, a lo que ETA se negó aduciendo que ello retrasaría la liberación. La familia renunció a ella, confiando en la organización. En esos días, Interior lanzó su primer aviso: iba a evitar a toda costa que el dinero llegase a manos de los terroristas.

El 20 de marzo se produjo la primera trampa: un funcionario de Hacienda de Soria, conocido de la familia, llegó con una carta de ETA en la que se decía que le reconocía como intermediario. Esta persona aseguiró tener acceso a la cúpula de la organización terrorista y se unió a la negociación. El 14 de abril comunicaba que todo estaba arreglado. Pero ese mismo día se descubría la trampa: la organización no sabía nada del pago. Según fuentes cercanas a la familia, los contactos no se rompieron porque los negociadores etarras también picaron. La familia ya había conseguido, a primeros de abril, diversos créditos de dos bancos para reunir 750 millones en billetes usados de 5.000 pesetas.

Desde ese momento, Txornin Estrada, hermano de un directivo de la empresa de embutidos de Revilla, e Iñaki Aseguinolaza, principal accionista de un matadero de Irún, se convierten en los intermediarios de la familia, Ambos tardaron unas tres semanas en cerrar el acuerdo con ETA: 750 millones era la cifra final.

En la semana del 17 al 24 de abril, Aseguinolaza se trasladó a Bayona con el dinero, que llevaba días oculto en varias casas, y lo entregó a un etarra. El 25 de abril la euforia se apoderaba de la familia: ETA acababa de comunicar que en cuatro días se liberaría al secuestrado.

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Ocho horas más tarde, ya en la madrugada del 26 de abril, la policía francesa se incautaba en Bayona de 725 millones del rescate y detenía al etarra José Félix Pérez Alonso. La organización había separado ya los otros 25 millones. Los Revilla, esperanzados con un regreso inmediato, veían frustrarse una operación que ya daban por hecha. La tensión con Interior subió de grado José Barrionuevo, entonces titu lar del departamento, recibía ese mismo día a un representante de la familia. "¿Ese dinero es suyo?", preguntó el ministro "Usted no sabe nada, yo tampoco", respondió su interlocutor.

La operación policial obligó a los Revilla a reiniciar las negociaciones casi desde el punto de partida, lo que no se logró hasta más de un mes después de la intervención en Bayona. Con la apertura de nuevos contactos, ETA obligó a Aseguinolaza y a Estrada a abandonar España. Regresaron a fines de julio.

Una nueva operación policial francesa, el 3 de julio, complicaba de nuevo la situación. Los agentes detuvieron ese día a Juan Carlos Echeverría Garmendia con unos 100 millones de los más de 600 que la familia aseguraba enviar a través de cinco correos como parte del segundo rescate. Entonces, Interior mantenía que a ETA aún no le había llegado nada, y que esos cien millones eran una señal o la primera entrega. La familia continuaba asegurando que habían pagado "aunque no todo", pues, tras la incautación, ETA cambió sus exigencias.

Entre los muchos intermediarios tocados por la familia durante estos meses se encuentra la empresa británica Control Risks, que en principio parecía ofrecer unos servicios más profesionales que los utilizados hasta entonces, casi artesanales. Esta empresa, especializada en negociar secuestros, nunca ha confirmado ni desmentido su participación.

A primeros de septiembre, medios próximos a la familia aseguraron que ETA ya tenía una cantidad del rescate, cifrada por fuentes empresariales en 500 millones. Además, otros 200 millones como multa por la detención de dos de sus miembros.

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