¿Es bueno que se reduzcan los impuestos?
Un acuerdo entre los grupos municipales del CDS y de AP en el Ayuntamiento de Madrid ha permitido que para 1989, y por segundo año consecutivo, el tipo impositivo de la contribución territorial urbana sea reducido, de manera que las cuotas medias a pagar por cada unidad catastral (vivienda o local) caiga en términos monetarios cada año.A título de información, hay que decir que los recibos que ahora se encuentran al cobro están emitidos con cuotas medias de poco más de 14.000 pesetas. Es decir, los madrileños pagamos por gastos de comunidad a la ciudad poco más de 1.000 pesetas al mes.
¿Qué significado político puede tener esa medida aprobada por los aliancistas conservadores liberales y por los centristas con reciente estreno de ideología liberal (liberales en el sentido económico más reaccionario y no en el político, más tolerante)? ¿Pretenden emular y perseguir el éxito electoral de: los actuales líderes británicos y estadounidenses?
Es dificil pensar que personas sensatas quieran hacer creer a alguien que en nuestra ciudad se pueden percibir las pretendidas ineficiencias del Estado de bienestar que provocaron los consejos de Galbraith o la política económica de los laboristas.
Ni nuestra ciudad ni nuestro país han conocido esas pretendidas ineficiencias, porque nunca han tenido los ciudadanos una seguridad desde la cuna a la tumba. Ni se resiente de los pretendidos efectos perversos de una alta presión fiscal en un país que ocupa el penúltimo puesto (delante de Portugal) entre los 12 países de la Comunidad Europea o el decimoséptimo entre los 23 socios de la OCDE en el ranking de la presión fiscal.
Pero quieren hacernos creer estas formaciones políticas que es bueno apoyar esos consejos lanzados por sus internacionales, de reducir el tamaño del sector público y de aumentar las rentas disponibles de las personas, y convencernos de que la mano invisible del mercado asignará mejor los recursos que la gigantesca maquinaria administrativa.
Si queremos analizar qué significado concreto tiene esa política en la ciudad de Madrid y sobre el sector público local, la pregunta más realista debía ser la siguiente: Con el actual nivel económico de nuestra ciudad y con la calidad y extensión de los servicios municipales, ¿hacia dónde tiende una economía urbana con una tasa de crecimiento del producto interior bruto en torno al 5% y con una administración local cuyos ingresos tienen una tasa de crecimiento negativa?
Resultados contrarios
La respuesta es obvia. Los resultados serían justo los contrarios que los perseguidos por el actual equipo de gobierno socialista, que cree que la función de la Hacienda local de nuestra ciudad debe, a través del gasto, influir en el doble sentido de ayudar a impulsar ese crecimiento económico, produciendo suelo y creando economías externas medioambientales y culturales por un lado y ayudando por otro a corregir los efectos de marginación que la crisis pasada el actual modelo de desarrollo producen en la sociedad.Si nuestro sector público local no crece al menos al mismo ritmo que la economía, el Ayuntamiento se vera incapaz para atender a una demanda de servicios de calidad que necesariamente van a crecer progresivamente. Y no va a poder ofrecer ni una calidad adecuada ni va a generalizar unos servicios que por razones de equidad social deben prestarse colectivamente.
Eso nos llevaría a una ciudad con unos servicios públicos mediocres en la que los triunfadores tendrían sus zonas residenciales equipadas debidamente de zonas verdes, deportivas, ofertas culturales privadas de calidad y residencias dignas para sus ancianos, todo ello debidamente vigilado por compañías privadas de seguridad, mientras que la oferta pública municipal de baja calidad quedaría para los más débiles, los más torpes o los más pobres.
La política de reducción de la presión fiscal municipal sólo se puede entender, pues, como pura demagogia. Porque lo que en otros países con otros niveles de desarrollo y, con otros grados de prestación de servicios públicos, puede ser un debate político e ideológico serio aquí resulta un insulto a la razón.Alfredo Tejero Casajús es cuarto teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid y concejal delegado del Área de Hacienda y Economía.
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