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Isabel II y don Juan Carlos despejaron en El Escorial siglos de desconfianza hispano-británicas

La reina de Inglaterra y los Reyes de España despejaron ayer, aliados con la historia y la cultura, los vestigios de la desconfianza secular entre españoles y británicos. Su relajada presencia en el monasterio de El Escorial y, antes, la recepción por la soberana británica de la Medalla de Honor de la universidad Complutense fueron momentos de alto significado simbólico. Ante el claustro universitario, Isabel II señaló que la Europa común debe construirse a partir de la cultura común.

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, La visita a El Escorial había sido presentada como el gesto definitivo de la reconciliación entre las historias de ambos países, al ser para los británicos el monasterio de la sierra madrileña sinónimo de Felipe II, el monarca que hace 400 años intentó dominar por la fuerza a la emergente Inglaterra de Isabel I.La estancia de la soberana británica en El Escorial fue memorable, no sólo por las implicaciones de la visita sino por la atmósfera que la rodeó. Nadie en el séquito recordaba una ocasión de semejante relajo en una visita oficial de Isabel II. Para empezar, las dos parejas reales llegaron al monasterio en un coche conducido por don Juan Carlos en el que la Reina de Inglaterra ocupaba el asiento aledaño. Detrás, doña Sofía y el duque de Edimburgo.

La soberana calificó el conjunto escurialiense de "increíble" y consideró "muy interesantes" las habitaciones que ocupara Felipe II. "¿Donde está el despacho?", preguntó el duque de Edimburgo al llegar a esta zona del palacio de los Austrias. Don Juan Carlos, que en ese momento acompañaba a su huésped, le llevó a la pieza en que trabajaba el monarca mientras la Reina de Inglaterra visitaba el inmediato dormitorio regio. "Aquí no tenía nada de luz", comentó el duque.

Gonzalo Díaz, prior del monasterio agustino, era el guía oficial de Isabel II, a la que debía acompañar don Juan Carlos, mientras sus consortes tenían otro guía. La verdad es que los grupos se intercambiaron continuamente y, en diversas ocasiones, el séquito y los monarcas formaban un grupo heterogéneo y revuelto en el que no había diferencias. Los leyes españoles mostraron El Escorial a sus invitados como quien les enseña su casa, en plena intimidad, mientras la esposa del ministro británico de Exteriores, Geoffrey Howe, tomaba fotos como una turista más y de cuando en cuando el Rey señalaba determinados detalles a otros miembros del cortejo.

Admiración por El Greco

Isabel II, que fue recibida con el tañir del nuevo carillón, se quedó favorablemente impresionada por el sonido del órgano de la Real Basílica y por las obras de El Greco, de quien dijo que no es extraño que llamara la atención por su modo de usar el color. Las incrustaciones en maderas finas también llamaron la atención de la soberana, quien disfrutó con los libros expuestos en la biblioteca escurialense, en particular el curioso libro de ajedrez de Alfonso el Sabio.La visita fue tanto más relajante cuanto se produjo inmediatamente después de que a la soberana le fuera impuesta la medalla de honor de la universidad Complutense en un solemne acto académico celebrado en el paraninfo de la calle de San Bernardo. Todo el rigor universitario cayó sobre la indefensa Isabel II, a la que la Complutense, en su afán de destacar la ocasión, sometió a un interminable aluvión de palabras en sendos discursos del bioquímico y miembro de la Real Academia Española Ángel Martín Municio y del rector, Gustavo Villapalos.

La Reina, en una intervención corta que agradeció la concurrencia, cantó los logros de la investigación española en un siglo XVII "en el que había una comunidad europea de estudio e investigación científica" y dijo que ahora Europa, otra vez, es optimista y está unida". Isabel II animó a establecer un mayor intercambio entre las universidades españolas y británicas, "porque la base de una Europa unida está, una vez más, en nuestra cultura común y nuestras comunes aspiraciones culturales".

A media tarde, la soberana tomó el te con su tío segundo, el conde de Barcelona, en su residencia de Puerta de Hierro y después ofreció en el Palacio de El Pardo una recepción a la colonia británica en Madrid. Isabel II y el duque de Edimburgo viajarán hoy a Sevilla.

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