¿Y si violaran y asesinaran a Kitty?
La primera pregunta de la noche, una descarga eléctrica lanzada por el moderador del debate, Bernard Shaw, de la cadena de televisión CNN, ofreció a todo el país la imagen que está perdiendo a Dukakis. Un cerebro que anula el factor humano. Frialdad, falta de emoción, insensibilidad, ausencia de calor sacrificado en aras de una competencia tecnocrática.Gobernador, ¿si su esposa, Kitty, fuera violada y asesinada, estaría a favor de la pena de muerte para el autor?". Dukakis, cuya oposición a la pena capital es bien conocida, no tuvo el más mínimo gesto de duda ante lo tremendo de la pregunta. "No", contestó secamente, como si le hubieran preguntado por la hora, sin titubear ni un segundo.
Y no consideró para nada el elemento humano del caso, ni hizo mención a la familia o a lo doloroso de una decisión de este tipo. El gestor que lleva dentro este político se limitó a afirmar: "No considero que la pena de muerte sirva para disuadir a los criminales". Y sin una sola palabra para demostrar que tiene simpatía por las víctimas de crímenes tan brutales -algo de lo que le acusa Bush- pasó a describir, como si se tratara del tema de una oposición, sus programas para reducir las drogas y el crimen en Massachusetts.
Bush no dejó pasar la ocasión ante un tema en el que la mayoría de los norteamericanos le apoya. "Defendería en este caso la pena de muerte. Esta campaña es sobre valores, y creo que algunos crímenes son tan brutales, odiosos, que merecen la pena capital". Sólo con esta respuesta, y la helada impasibilidad de Dukakis al considerar la hipotética violación y asesinato de su mujer, Bush había ganado.
A partir de entonces, Bush, que temía una salida de Dukakis mucho más agresiva, dominó el debate. Utilizó un lenguaje coloquial y humorístico. Viendo sus gestos, sueltos, frente al agarrotamiento de brazos y manos de Dukakis, se veía claramente que Bush ganaba confianza por momentos.
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