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Todos en pie de guerra

Juan Arias

A la sesión parlamentaria de ayer acudieron todos los diputados, hasta los que estaban enfermos. La consigna era tajante: todos presentes sin contemplación. Todos en pie de guerra. Y así, unos por convicción y otros por miedo, nunca tantos diputados se habían visto juntos como anoche en la Cámara baja. Dos ejemplos fueron emblemáticos: María Rita Lorenzetti, comunista, que deberá dar a luz el 9 del mes próximo, viajó a Roma en contra del parecer de su ginecólogo. "No me siento una heroína", dijo Lorenzetti, "pero he querido venir para gritar mi no y evitar, si es posible así, una bofetada a la autonomía de los diputados".Por su parte, Vincenzo Benedetto Nicotra, democristiano, vino desde un pueblo perdido de Sicilia tras haber tomado un coche, un tren, dos aviones y otro coche más. "Si no me presentaba", dijo, "estoy seguro de que mi nombre hubiese acabado mañana publicado en II Popolo, órgano oficial del partido, y sobre todo que en las próximas elecciones no me habrían vuelto a poner en la lista".

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En el pasado, ha habido diputados que han resuelto el problema de su presencia parlamentaria sin tener que venir, con un truco. Como Mauro Iannello, que había colocado un cartón en el botón de su pupitre para que cuando se encendía el ordenador para votar pudiese expresar su voto en su ausencia, que era siempre no. Hasta que un comunista se dio cuenta un día de que allí "estaba votando un fantasma".

El problema de las ausencias en el Parlamento ha sido tan grave en el pasado, que ha habido veces que estaban presentes sólo tres diputados de los 630. A veces, el problema es llamarles a todos deprisa cuando va a haber una votación. Un truco de la oposición es apuntarse muchos a hablar para despistar y cuando los diputados se han ido a hacer compras o al cine, han renunciado a hablar y ha llegado el voto por sorpresa. Ayer, para evitar esta posibilidad, estuvieron todos presentes sin moverse, sin cenar, y hasta sin ir al baño.

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