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El voto secreto revoluciona el Parlamento italiano

Juan Arias

El debate parlamentario en Italia sobre la su presión del voto secreto, iniciado hace tres se manas, llegó anoche a su punto álgido después de que el martes se hubiera ventilado incluso la posibilidad de dimisión de la presidenta de la Cámara de Diputados, la comunista Nilde Iotti. Esta, acosada por la oposición y acusada de haberse vendido a la mayoría de gobierno, había tenido que interrumpir el debate para que la junta de reglamento volviera a examinar ayer por la mañana el texto definitivo que se someterla a votación. Anoche, cuando una enorme lista de diputados inscritos en el turno de oradores presagiaba una larga vigilia, lotti, con el consentimiento de todos los grupos, anunció él aplazamiento hasta hoy jueves de la votación sobre un texto consensuado.

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Todos en pie de guerra

La oposición había obtenido el viernes pasado que se lograra aprobar con escrutinio secreto algunas enmiendas importantes. Una de ellas, por ejemplo, que esta discutida práctica continuara vigente para algunas materias de carácter institucional, empezando por la reforma electoral. Los enemigos políticos del Gobierno acusaron a la mayoría de no haber recogido fielmente en el texto final el resultado de las votaciones previas del hemiciclo.

Por otra parte, se introdujo en la discusión que, en materia de reforma electoral, la Cámara baja votase con voto secreto y el Senado a mano alzada. Pero la oposición impugnó el hecho de que los diputados pudieran decidir lo que tenían que hacer los senadores.

Otra de las cuestiones discutidas era que mientras el texto presentado por la mayoría decía que el voto secreto "desaparecía", excepto en determinadas circunstancias, la oposición pedía sutilmente que la fórmula fuese que este recurso se mantuviera, excepto para algunas cosas. Era una cuestión de acento, pero en una guerra tan dura como ésta, hasta las comas resultan importantes.

Ayer por la mañana, después de cuatro horas de discusión de la junta de reglamento, en la que hay miembros de todos los partidos del Gobierno y de la oposición, volvió a aprobarse por un voto de diferencia un nuevo texto.

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Maquiavelismo

Con la mejor tradición maquiavélica italiana, el texto daba cabida a las dos posturas: en la primera frase se recogía la propuesta mayoritaria, y en la segunda, la de la oposición.

Sin embargo, en ese momento surgió otra historia. Puesto que en el texto figuraban ambas posturas, la oposición pidió que se votase cada párrafo por separa do, a lo que se oponía la mayoría.

Tras un debate durísimo, celebrado por la tarde, con los diputados en pie, gritando y la presidenta intentan poner orden a fuerza de campanillazos, se decidió, pero a mano alzada, si se votaba el texto conjuntamente o por separado. Y, como era de esperar, al no votar secretamente, ganó la propuesta del Gobierno.

De acuerdo con la propuesta, el escrutinio secreto permanece para las votaciones sobre los derechos de las personas, de libertad y de la familia. También continúa para las leyes electorales, modificación del reglamento de las Cámaras, comisiones parlamentarias de investigación, leyes ordinarias relativas a los órganos constitucionales del Estado y de las regiones y sobre las minorías lingüísticas. El voto a mano alza da afectará a las votaciones referidas a las leyes financieras, las leyes presupuestarias y las votaciones finales de las leyes, salvo las mencionadas anteriormente como excepciones.

El hemiciclo de la Cámara de Diputados estaba ayer abarrotado como pocas veces en su historia, ya que a la votación se le concedía una enorme importancia, porque si se suprimiera el voto secreto podría cambiar profundamente la vida política de este país. En caso contrario, el primer ministro, el democristiano Ciriaco de Mita, perdería la batalla y se abriría inmediatamente una crisis de Gabinete. Y, sin duda, nuevas elecciones anticipadas.

Abstención comunista

La oposición, empezando por los comunistas, había decidido ayer por la tarde abstenerse en vez de votar en contra, no porque estuvieran de acuerdo sino, al parecer, para evitar también entre ellos francotiradores en el secreto del voto. Por ejemplo, de posibles amigos del líder socialista, Bettino Craxi, que es quien en definitiva más va a ganar de cualquier modo con la votación: si pasa, porque ha sido su caballo de batalla, y si pierde, porque caería De Mita y habría que convocar elecciones anticipadas que en el fondo acabarían favoreciendo al Partido Socialista.

El secretario del Partido Comunista, Achile Occhetto, que ha vivido momentos muy difíciles con esta historia, afirmó ayer que en el fondo la mayoría gubernamental ha llegado "herida" al de bate, ya que ha tenido que aceptar que el voto secreto quede en pie para las reformas institucionales más importantes.

Por el contrario, los verdes y radicales han hablado de "golpe de Estado" por parte de la mayoría gubernamental. Craxi, por su parte, había ya afirmado que lo importante es que se rompiera de una vez con el tabú del voto secreto y que se abriera una nueva fase para el Parlamento y la vida política italiana. "Si para ello es necesario que nos traguemos algún sapo, lo haremos. Sí acaso", dijo el dirigente socialista, "le echaremos un poco de sal para digerirlo mejor".

Sin embargo, los que más se juegan en este debate son los comunistas. Si gana la propuesta de la mayoría, el partido de Occhetto pierde en el Parlamento, con la desaparición de buena parte del escrutinio secreto, una de sus mayores armas de influir en la elaboración de las leyes.

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