Un piano lleno de armonías
Cuando, el año pasado, se lanzaron en Estados Unidos las primeras grabaciones de Wim Mertens, la estrategia comercial anunciaba que Mertens tenía un gran reconocimiento en algunos países europeos, y en la relación que seguía, el citado en primer lugar era España. No sorprende, por tanto, que, dada la escasa capacidad del teatro Alfil, Wim Mertens ampliara sus recitales a cuatro, ante la rápida venta de todas las entradas disponibles.A pesar de ello, la sala quedó convertida a los pocos minutos de comenzada la primera sesión en una especie de horno crematorio, donde los asistentes, apilados por el suelo como buenamente podían, trataban de disfrutar de las habilidades del ahora pianista cantante mientras sudaban en abundancia. La dirección del Alfil había decidido que para ver a Mertens era conveniente estar o de pie o en el suelo, y las sillas habituales habían desaparecido, a la vez que la mínima ventilación iba convirtiendo el recinto en un lugar irrespirable.
Wim Mertens
Wim Mertens (piano y voz). Teatro Alfil. Madrid, 6 de octubre.
Con casi tres cuartos de hora de retraso sobre el horario previsto, Wim Mertens salió a escena, acompañado esta vez únicamente de su piano, para, tras una breve introducción y los correspondientes aplausos, desaparecer. Habían pasado escasamente cinco minutos. De nuevo sobre la tarima, inició una serie de temas que fueron los que marcaron el resto del concierto. Son temas largos, todos ellos de 10 o más minutos, y con una estructura muy similar que comienza con la melodía principal expresada de forma sencilla y lenta, para luego irse complicando -sin olvidar nunca la vuelta a la melodía-, hasta que en un momento Mertens empieza a cantar con esa voz semirreligiosa y en falsete que le caracteriza mientras la velocidad del tema se aviva. Tomando como referencia Lir -una composición ya conocida e interpretada en tercer lugar-es sencillo imaginar el tono y ritmo del resto de lo oído.
Es el tipo de composiciones que le han dado el éxito dentro de la música instrumental contemporánea, y que -Mertens se indigna cada vez que se le pregunta algo parecido- recuerdan a menudo a las grabaciones de Philip Glass para piano. Aunque en el caso de Glass sea más evidente la tendencia repetitiva y bien diferente el tratamiento de las voces, es el inevitable punto de referencia.
Babelia
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