Cómodo Cupido
La música italiana siempre ha tenido gancho para el público español. Nombres como Claudio Villa, Domenico Modugno, Tony Dallara, Pino Donaggio, Lulgi Tenco y Lucio Battisti han demostrado desde los años sesenta su sentido melódico y concepto romántico, que los diferencia de compositores de otros países. Eros Ramazzotti, un romano de 24. años, recoge parte de esa tradición y aprovecha su atractivo dirigiéndose a un público más joven que sus antecesores. El planteamiento no ha podido ser más rentable desde el punto de vista comercial: más de 250.000 discos vendidos en España de su último disco y una gira por 100 ciudades europeas avalan su indiscutible poder de seducción.Ramazzotti ofreció en Madrid un concierto correcto, con los altibajos propios de su particular situación, a caballo entre esta tradición italiana y la necesidad de satisfacer los elementales deseos de sus fans para mantener su privilegiado estado. El cantante italiano consigue sus mejores momentos cuando sus composiciones adquieren dureza, y demuestra buenas condiciones como guitarrista. Entonces su voz adquiere matices de cierta aspereza y profundidad, estructura las canciones correctamente y ofrece una música comercial y digna.
Eros Ramazzotti
Eros Ramazzotti (voz, guitarra), Roberto Rossi (teclados), Riccardo Zappa (guitarra acústica), Andrea Fornili (guitarra eléctrica), Marco Forni (teclados), Flavio Scopal (bajo), Mauro Gherardi (batería), Paride Seorza (sexo y percusión), Sandro Comini (trombón y percusión), Silvio Pozzoli (coros), Betty Maineri (coros), Antonella Melone (coros). Plaza de Toros de las Ventas. Madrid, 5 de octubre.
Pero estos momentos son los que menos calan en su enfervorizado público. Eros Ramazzotti tiene que bajar considerablemente el nivel de su música para satisfacer lo que sus seguidores esperan, y la calidad media del concierto se resiente. Las canciones mis comerciales y masivamente coreadas mostraron la otra cara de Eros, cursi, ramplona y con un interés musical menguado.
El italiano, consciente de su poder de convocatoria, juega además con ventaja al ofrecer unos textos tramposos e intentar seducir con tópicos a una generación a la que no pertenece. Canciones que hablan con cierta ñoñería de fugas de la casa paterna, incomprensión e insatisfacción, dirigidas a un público de candidez y gratitud permanente, no significan en el caso de Eros Ramazzotti adentrarse en el lado oscuro, sino apoltronarse en la comodidad de una situación sin riesgos que se hace mucho más evidente al constatar que el italiano puede acceder a mayores empresas sin necesidad de ofrecer la impresión de rendir por debajo de sus posibilidades reales.
Su concepto del espectáculo alcanza los mínimos exigibles en un artista de sus características, y puede competir sin demérito con otros que han pasado por Madrid esta temporada. Once músicos en escena -entre los que brilló especialmente Riccardo Zappa a la guitarra acústica-, un sencillo decorado, luces correctas y pantallas de vídeo contribuyeron a mantener un nivel digno y el ritmo de un concierto que presentó síntomas de monotonía en su parte final, a pesar de lo cual el público reclamó constantes bises a este nuevo y cómodo Cupido.
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