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Crítica:CANCIÓN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La madre de Zeus

Don Quijote, su paisano, se las ingenió para transformar a Aldonza Lorenzo en Dulcinea del Toboso. Esta señora ha ido más lejos: primero convirtió a María Antonia Abad en Sara Montiel, y luego la aupó hasta las cimas del Olimpo haciéndola nada menos que madre de Zeus, que así se llama su hijo. Ella tiene muy en cuenta estos celestiales parentescos y lo ratifica en una de sus canciones: "Yo soy la que mando, lo tengo muy claro". Esta sincera declaración, que deja boquiabierto al mismísimo Descartes, es suficiente para incluir a Sara en el elenco de las estatuas nacionales. Sólo las estatuas permanecen inalterables, aunque tengan 60 años.El espectáculo comienza cuando ella sale al escenario envuelta en nubes y marabús, cual si de una aparición se tratara. Ella va de diosa, pero pagana. Y se arranca con el Bésame mucho, que en su voz suena a pecado. Deja entrever unos pechos que para sí quisieran Sabrina y Angela Cavagna, sugiere una entrepierna impropia de su corta edad. Su cara es un prodigio que la envidia achaca a los avances de la cirugía estética. Sara es purísima, pero transgresora. Cuando canta el Fumando espero exhibe un puro mastodóntico como patrona y abanderada de la nicotina. Y luego se hace la ingenua al explicar los destrozos que ha perpetrado en tantos hombres: "Yo no tengo la culpita ni tampoco la culpona".

Sara Montiel

Sara Montiel (voz), Armando Pelayo (piano y dirección musical), Ernesto Vaquero (guitarra), Ritchie Rauet (teclados), Rafael Quesada (bajo), Felipe Piquero (batería), Jimmy Ríos (percusión), Arantxa Iraundegui y Angela Muro (coros), Ricardo Ferrante (montaje y coreografía). Centro Cultura] de la Villa. Madrid, del 27 de septiembre al 2 de octubre

Dos partes

En la primera parte del concierto interpreta su repertorio tradicional, y en la segunda presenta las canciones de su último disco, Purísimo Sara, compuestas por gente tan dispar como Joaquín Sabina, Nacho Cano o Alberto Cortez. Es un loable intento de remozar su espectáculo, aunque, la verdad, a ella no le hace falta cambiar de tercio. Pero se ve que quiere acercarse a las nuevas generaciones con su voz aguardentosa y sensual.En fin, que la madre de Zeus ha decidido bajar a la calle porque, en el fondo, es una diosa a la que le encantan los devaneos de la humanidad. En realidad, todo su espectáculo es una especie de guiño a las gentes: "Hermanos, aprovechaos bien de la vida antes de que os coman los gusanos". Por eso Sara gusta tanto a los libertinos y a los intelectuales. Incluso se comenta que su director espiritual es Terenci Moix.

El concierto terminó con una canción homenaje al café Gijón. Para este número la Sara se trajo al cerillero y a uno de los camareros del Gijón. Y además, como guinda, hizo subir al escenario para acompañarla a estas personas: Buero Vallejo, José Luis Coll, Francisco Umbral, Ginés Liébana, María Luisa Ponte, Antonio Mingote y María Dolores Pradera. Nadie hasta el momento había contado con una comparsa tan floreada. Aquello parecía el parnaso.

Sara es ambiciosa, lo cual es lógico en una diosa, pero quizá comete el pecado de querer agradar a demasiados, y esto crea mucha dispersión, mucho eclecticismo. Ahora bien, el mundo sería otra cosa si todas las señoras de su edad estuvieran tan macizas y tuvieran tan pocos prejuicios como ella tiene. Sara es una alegría para el cuerpo y un respiro para el espíritu. ¿Qué más se puede pedir?

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