Respuesta a Termes

Los pasados días 15 y 17 de los corrientes publicó EL PAÍS, en las páginas de economía, sendos artículos del presidente de la Asociación Empresarial de Banca (AEB), don Rafael Termes, bajo el título genérico de Los tipos de interés de la banca. En el segundo de ellos hace referencia, a lo largo de casi todo el artículo a una sentencia de un juzgado de Madrid que me concierne personalmente por ser una de las partes en litigio: la demandante. La demandada y condenada fue la Caja de Ahorros de Madrid.Confieso antes que nada mi condición de ciudadano corriente, y, como tal, admito la imposibilidad para mí de competir con tan extraordinaria y relevante personalidad. Porque no deja de ser realmente extraordinario que el representante de una asociación privada se constituya nada menos que en un nuevo poder del Estado, además de los clásicos definiidos por Montesquieu: legislativo, ejecutivo y judicial; por encima incluso, cuando menos, de este último, si no también de los otros dos.

¿Qué otra cosa puede pensarse de una persona, por muy cualificada que sea, que reputa como "incorrecta" la sentencia de un juez sin esperar a conocer la resolución de la instancia superior? El propio señor Termes dice que la sentencia ha sido recurrida ante la Audiencia Territorial de Madrid. Lo que no dice es que ha sido igualmente recurrida por mí por entender que no estima por completo lo solicitado en mi demanda.

¿Pretenderá el señor Termes influir en el ánimo y la convicción de los sesudos magistrados de la Audiencia? Estoy seguro de que no lo conseguirá. Y en el caso de que ésta fallara en su día a mi favor y, siguiendo en la hipótesis, el pleito llegara hasta el Tribunal Supremo y éste estimara mi demanda, ¿seguiría el señor Termes diciendo públicamente que la sentencia del alto tribunal es también incorrecta y contradice los usos financieros en vigor?, ¿no constituiría esto, como antes decía, una pretensión de situarse por encima de los poderes del Estado, del judicial al menos?

Entiendo que el señor Termes es impertinente cuando, como en este caso, dice cosas no pertinentes; los pleitos deben plantearse -y ganarse o perderse, en su caso, como ha ocurrido con Cajamadrid- en los tribunales de justicia y no en los periódicos.

Por cierto, ¿por qué no compareció procesalmente la AEB? Hubiera sido un placer ganarle ahí también al impertinente señor Termes.

Insinúa el presidente de la AEB que he sido empujado por alguno de los acusadores de la banca a interponer mi demanda. Nada más lejos de la realidad; no he hecho más que ejercer un legítimo derecho como ciudadano, consagrado en la Constitución. Claro que para ejercer ese derecho he tenido y sigo teniendo que efectuar unos gastos cuya cuantía es importante para una economía corriente como la mía. No es así para la Caja de Ahorros de Madrid -entidad condenada en la repetida sentencia a devolver intereses cobrados en exceso-, que por un obsoleto privilegio puede pleitear por pobre sin gasto alguno.

Quizá se escape a la perspicacia o, mejor, a los intereses y pretensiones del señor Termes que, desde hace ya una docena de años España es un país democrático donde cualquier ciudadano puede hacer valer sus derechos sin verlos aplastados por la prepotencia y el abuso de poder. O quizá, desafortunadamente, la edad ha hecho mella en don Rafael Termes y ya no distingue el ser del querer ser. Si asi fuera, debería pensar en retirarse, y probablemente la sociedad entera se lo agradecería.

Por último, señor director, ni la Caja de Madrid probó durante el juicio, con declaraciones de expertos, que la fórmula por ella empleada para el cálculo de intereses es conforme a los usos y costumbres admitidos, ni dicha fórmula se ajusta a las normas de las circulares del Banco de España, como reiteradamente sostierie el señor Termes. Antes al contrario, tengo entendido que exis

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ten circulares de nuestro banco emisor que establecen las fórmulas correctas y que no son precisamente las aplicadas por la Caja de Madrid, así como escritos reservados dirigidos por dicho banco a la Confederación Española de Cajas de Ahorro en los que se recomienda acabar con esas prácticas abusivas. Naturalmente, señor director, obra en mi poder una fotocopia de dicho escrito reservado, firmado por uno de los directores generales del Banco de España, que desde ahora mismo pongo a su disposición-